Lic. Inés Rouquaud

Lic. Estela Iparraguirre [2]

Introducción

Las políticas de reforma del Estado de la Provincia de San Luis, modificaron los vínculos entre éste y la sociedad. En este marco, nos proponemos hacer un análisis de un caso concreto de privatización, con las modalidades propias del régimen provincial, que le otorgan al proceso cierta peculiaridad.

El objetivo central de este trabajo es caracterizar los efectos del mencionado proceso de privatización en la vida cotidiana de los empleados del Banco de la Provincia de San Luis. Para el estudio de la misma se utilizan los conceptos y categorías que Agnes Heller identifica para ese análisis.

A partir de allí se intenta explicar la vida cotidiana de la organización bancaria y los aspectos históricos que contribuyeron a la construcción de su identidad organizacional, utilizando a este efecto conceptos provenientes del análisis organizacional.

En ese proceso de cambio de relación entre el Estado y la Sociedad se verifican modificaciones en los valores sociales que conlleva un proceso de destrucción que afecta la vida cotidiana de mucha gente (entre ellas los bancarios) para la cual no existen respuestas en el modelo neoliberal vigente.

La posibilidad de análisis estuvo dada por la intervención de las autoras del trabajo a través del dictado de cursos de capacitación a empleados de Casa la Central y de las Sucursales del interior de la provincia. Esto posibilitó el conocimiento de las estructuras organizativas del mismo, y del clima organizacional, a través del testimonio de los afectados que traslucieron sus estados de incertidumbre, inseguridad, temor, etc. y se complementó con entrevistas a informantes claves.

Un Banco para una Provincia

El Banco en sus inicios

El Banco de la Provincia de San Luis, se inicia como Banco Mixto, creado en 1942, integrando su capital con fondos públicos y privados, cuyo objetivo principal era responder a las necesidades de los comerciantes, ganaderos y agricultores de la zona.

La sociedad puntana vió con beneplácito dicha creación, ya que la entidad apoyaría las actividades económicas locales, que por esa época eran de pequeña escala, y fundamentalmente extractivas. El Sector Público tenía (y tiene) una alta participación a través del empleo, en la ciudad capital, y la actividad agro-ganadera en la ciudad de Villa Mercedes y resto del sur provincial. Todo ello en un contexto de muy lento crecimiento tanto económico como poblacional (alta emigración) y con gran atraso tecnológico. [3]

El banco entonces a través de su actividad crediticia contribuiría para que San Luis a saliera del estacamiento económico.

La organización creció considerablemente, estableciendo sucursales en Villa Mercedes y Santa Rosa, «enclave estratégico del norte puntano, en el límite de la provincia de Córdoba» lo que permite inferir una inserción positiva en la economía de la provincia. [4]

Las expectativas privadas se modifican cuando en 1949 la ola estatista del gobierno peronista expropia el Banco y lo convierte en un órgano dependiente de la Provincia con la finalidad de fomentar las economías regionales que en ese momento se encontraban en pleno proceso de crecimiento.

Estas políticas, recordemos, fueron acompañadas en el contexto nacional, por el cierre de importaciones (política de sustitución de importaciones) y fuerte impulso al mercado interno.

A partir de la estatización, comienza una etapa de expansión de la organización bancaria, abriendo sucursales en el interior de la provincia.

La sociedad de otros tiempos

Podemos caracterizar la sociedad puntana de esa época como de tipo tradicional, cuya estructura de dominación se encontraba en manos de los llamados «democrátas» suerte de conservadores representantes de un grupo de familias «ilustres» por cuyas manos oscilaba el poder, hasta el ‘43, año en que asume el primer gobierno peronista de la provincia, en manos de un ex-radical convertido, pero representante de una tradicional familia sanluiseña. [5]

Se desprende del breve repaso histórico, que en aquellos tiempos, las actividades económicas y el empleo estaban poco diversificados,, siendo muy bien remunerados los empleados públicos y los bancarios, (entre otros) integrando la clase media provincial, que además contaban con un reconocimiento social importante.

Tal como afirma E.Enriquez, «una sociedad no puede fundarse nii durar si ella no elabora las instituciones, es decir los «conjuntos» que tienen una función de orientación y regulación social global», que constituyen «los límites que esa sociedad se da». [6] En la institución «dinero» los bancos son la objetivación de ella y acuerdo a la ideología vigente en esa época su rol tenía alta legitimidad.

Cabe destacar aquí, que en sociedades de tipo tradicional, como hemos caracterizado la puntana, el mito juega un papel muy importante como creador del lazo social, permitiendo a través de su relato la identificación de los protagonistas con el drama. El mito posee una fuerza movilizante y cohesionante en la sociedad, tiene como función producir una unificación de los pensamientos y los comportamientos. [7]

Frente al mito del atraso histórico de San Luis, la falta de reconocimiento como provincia postergada de la Nación, el rol del Banco de la Provincia, de fomento al crecimiento y el desarrollo, se tornaron en los ejes que le otorgaron mayor legitimidad.

Por lo tanto, el oficio de bancario se constituía en legítima aspiración de quienes pretendían insertarse en ese esquema social. . Pero dicha inserción requería, en la mayoría de los casos, ciertos conocimientos: al menos ser «Perito Mercantil» o tener un título secundario, que a nivel educativo constituían, para una gran mayoría, los grados más altos de educación alcanzados por la clase media local. En consecuencia, la posibilidad de ingresar a estas instituciones se constituía casi en un privilegio, aunque muchas veces requería de la recomendación de algún político o personaje influyente de la sociedad puntana. Entonces la utopía del colectivo (progreso social) coincidía con la utopía individual (progreso personal).

El hombre nace en un esquema social dado, donde se le transfieren «las habilidades imprescindibles para la vida cotidiana de la sociedad «asimilando con ello las relaciones sociales.» [8] Hasta llegar a la adultez, pasa por distintas fases de socialización, ligado a distintas organizaciones, comenzando por la familia, la escuela, etc.

Ni bien supera cierta edad -límite que varía según la clase social l en la que está inserto- se enfrenta a la lucha por la vida: necesita tener la posibilidad de producirla y reproducirla y esa posibilidad se la brinda el l trabajo. [9]

Siguiendo a Heller el trabajo es «toda acción u objetivación directamente social que sea necesaria para una determinada sociedad». El trabajo permite al hombre, por un lado, «la reproducción material y total de la sociedad» y por otro, reproducirse a sí mismo, sobrevivir, desarrollarse (o no), en síntesis satisfacer sus necesidades vitales, con lo cual el trabajo se integra a la vida cotidiana de todo hombre, de tal manera que ella se organiza en función del mismo.

Es el concepto de vida cotidiana el que vincula la dimensión social y la particular, al integrar «el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares». [10]

No obstante, la vida cotidiana abarca todas las actividades del hombre, su trabajo, su familia, su tiempo libre, etc. lo que le otorga la característica de heterogénea, y de acuerdo a la época se construye una jerarquía en estas actividades, posibilitada por las estructuras económicas y sociales prevalecientes en cada etapa. Ello nos constituye como seres históricos que respondemos a la impronta de los tiempos que nos toca vivir. Tal como afirma Heller, la vida cotidiana está en el centro de la historia.

Si intentamos reconstruir la vida cotidiana del San Luis de aquellos años (45-50) podemos imaginar una sociedad tranquila, conmovida solamente por los avatares políticos de aquella época, que dieron inicio a los cambios sociales que produjo el peronismo, a los que las familias reconocidas de la ciudad supieron aggiornarse para no perder totalmente el poder, dando lugar al surgimiento de la clase media provincial, constituida por las profesiones más relevantes de aquellos tiempos: los maestros, los empleados públicos, los bancarios, etc.

El bajo nivel de desarrollo, hasta entonces alcanzado se traslucía en la baja diversificación de las organizaciones, por lo que las posibilidades de empleo, también eran escasas. Esta situación histórica del San Luis «olvidado», «postergado», que había dado «todo» en la lucha por la independencia, es la que operó como condición de posibilidad para consolidar el tipo de dominación tradicional-patrimonialista que se instituyó a partir de 1984, que no se puede soslayar en todo el proceso de privatización del Banco. [11]

Cuando se lograba el ingreso a la organización bancaria, se accedía a una serie de beneficios y coberturas sociales que se fueron incrementando con el tiempo y se materializaron en bienes como la casa propia, el auto nuevo, que le posibilitaron a los integrantes un status social destacado.

La vida cotidiana en el Banco Provincial

Intentaremos en esta parte, caracterizar la vida cotidiana de los empleados del Banco, utilizando para ello las categorías elaboradas por Agnes Heller [12]

Al interior de la organización bancaria lo cotidiano estaba caracterizado por el orden, la pulcritud, prolijidad, que se traslucía en el ambiente de trabajo: es la objetivación de hombres que «forman» su mundo y se forman a sí mismos. [13] Como aspecto esencial en la constitución de ser bancario, se destaca la autopercepción que de sí mismos construyen, ya que se identifican con la clase económicamente más poderosa. Suerte de «aristocracia obrera», que niega su condición de empleado, operándose así un trasvasamiento de clases.

En su lugar de trabajo transcurren la mitad o más de sus días, van incorporando, interiorizando, un conjunto de normas, de saberes, que le permiten manejarse con tranquilidad en su ambiente, produciendo y reproduciendo la cultura organizacional.

Una vez adquiridas esas capacidades, la estructura [14] de la organización se nutre de la repetición y recurrencias de las mismas. Diariamente y a la hora determinada se ingresa, el saludo mañanero, los mismos pasillos, las mismas puertas abiertas y cerradas, las mismas rutinas de trabajo, los mismos roles, van generando en cada integrante un mismo modo de ver y de significar los acontecimientos cotidianos», lo que Von Foerster [15] denomina «valores propios». Son valores estables que surgen de la recursividad infinita, es decir, procesos donde no es posible distinguir el comienzo del final, convirtiendo los acontecimientos cotidianos en «variaciones sobre un mismo tema», como por ejemplo: el lenguaje, las normas los sistemas de información. [16]

Si bien estos valores son estables, están sujetos a cambios en el tiempo, pero cuando se convierten en «invarianzas», estamos en presencia de la identidad organizacional, definida por el «conjunto de rasgos invariantes que constituyen la organización, transformándola en singular y única a los ojos de los sujetos» [17]

En el seno de la organización bancaria se construye una competencia que está enmarcada en una más amplia dada por la sociedad, es el sentido de funcionalidad que legitima las prácticas al interior de la misma, pero que no impide cierta clausura [18] o cierre de la organización, posibilitada por esa construcción identitaria, que le permite sobrevivir el condiciones adversas a las de su creación.

Esta adquisición y utilización de valores propios, otorga al individuo la espontaneidad, [19]que Heller caracteriza como la tendencia de toda forma de actividad cotidiana, que produce un cierto grado de conductas automáticas. Un ejemplo de ellas es el trato dado a los «clientes», que en la concepción más tradicional son concebidos como «usuarios» de un servicio público que el sistema presta a su antojo, significando que deben «usar» dicho servicio tal cual está, sin derechos pero sí con obligaciones.

Una característica importante de la organización bancaria es la jerarquía de cargos, se trata de una estructura alienante, alimentada de valores burocráticos: nada ni nadie se mueve si no está expresamente autorizado, si no hay una competencia determinada. Esto produce individuos con conductas ritualistas y rígidas.

También el aprendizaje que mencionábamos antes permite guiarse en la vida cotidiana en términos de posibilidades, aunque como veremos más adelante estas consideraciones pueden fracasar. Existe cierta probabilidad entre las conductas y sus efectos o posibles consecuencias, pero no es posible calcularlas con exactitud. Dado que la cotidianidad exige resolver los problemas en forma inmediata y en el plano de las posibilidades, ello implica el economicismo con el cual se está compelido a actuar para dar continuidad a la vida cotidiana.

El bancario, como todo hombre está inmerso en sus actividades diarias y no tiene tiempo para reflexionar sobre lo acertado o no de sus acciones de lo contrario se paralizaría. Su conducta está también guiada por la certidumbre que le proporciona la reiteración de las acciones.

El manejo de estos valores y la experiencia del conocimiento de la realidad organizacional, otorgaba al bancario cierto grado de confianza en el hacer cotidiano. Sabía cómo se operaban las cuentas corrientes, los saldos, los créditos y aprendió en el «tráfico» (intercambio y contraprestaciones) que posibilitaba el «mostrador», que podía beneficiarse en lo personal con ciertas «gauchadas» a ciertos clientes.

La vida cotidiana también se caracteriza por la fé, que es la creencia que cada particular deposita en algo o en alguien, sin necesidad de una base racional; se está convencido de algo y se actúa en función de esa creencia. Por ejemplo, cuando un cliente decía ser enviado por un diputado, o por el mismísimo gobernador, para posibilitarle el acceso a un crédito, a veces transgrediendo ciertas normas que daban seguridad al cobro o a las garantías necesarias para otorgarlo, permitía entender que todo lo que provenía del sector político dominante debía ser aceptado so pena de represalias. Aunque de esta forma se contribuía a la propia destrucción. Se cree que «el Adolfo» (gobernador de la Provincia) todo lo puede. «…y si es el dueño de la provincia…»

De esta manera la experiencia individual y del conjunto permite las generalizaciones, que en su grado máximo es lo que Heller denomina la ultrageneralización, que orientan también el accionar cotidiano: «los clientes buenos son lo que tienen plata» «los jubilados son unos jodidos, que esperen» … «los días de pago de sueldos son espantosos» etc. Se resuelven así las cuestiones diarias, tipificando los casos, en consecuencia, se actúa por analogía. Se da un trato deferente a quien se conoce de buena posición económica -dato que en una ciudad chica como San Luis o V. Mercedes es posible- y se trata despectivamente a los jubilados

Se van constituyendo así los juicios provisionales, que cuando se basan en la confianza, son factibles de cambiar, pero cuando arraigan en la fé, (en la particularidad) constituyen los prejuicios, que por el contrario, son muy difíciles de modificar.

En el caso de los bancarios, si los juicios se hubieran basado en la confianza habría sido posible cambiar los conceptos de usuario por el de cliente, a quien debe satisfacer y de quien depende, en última instancia el banco, a quien debe prestar un servicio y no a la inversa. Sin embargo, esta posibilidad, entendemos, no les estuvo dada, básicamente por dos causas: a) No estaba en el interés político recuperar el Banco; y b) Al estar presos de su cotidianidad, los bancarios, no se dieron cuenta que el contexto devenía adverso a sus intereses.

Aquí es importante remarcar que la capacitación es la herramienta que permite a las organizaciones y a los particulares retomar o cambiar de rumbo, para ajustarse a los cambios del contexto. Esta no fue nunca una estrategia de quienes condujeron el banco a lo largo de su historia, sólo la implementaron en una última etapa pero con fines diferentes.

En la vida cotidiana organizacional también se aprende de los hechos ocurridos en el pasado, de situaciones que sirven para guiar las conductas presentes, estamos hablando de los precedentes. Esto es, que las ocurrencias pasadas se convierten en «indicadores» para guiar el comportamiento actual. Cuando se actúa así, es difícil ver las diferencias entre las situaciones lo que quita posibilidades de evaluar lo nuevo o distinto de cada una.

Pero no todos los aprendizajes se dan por la interiorización de las normas organizacionales, también se procede imitando las conductas de otros. Si mi compañero se toma una hora para desayunar, aunque haya gente esperando, porqué no lo he de hacer yo? Por otro lado, si intento cambiar algo el grupo no me lo permitirá.

A veces, una persona del grupo, puede intentar modificar algunas actitudes, dada su juventud, su ganas de trabajar y su desconocimiento de la cultura burocrática vigente. Puede entonar su ambiente, lograr influenciar a un pequeño grupo de la organización. Son los liderazgos que se pueden verificar en algunas áreas. Pero no pueden ser duraderos, una organización necesita que sus integrantes estén «entonados» con su estructura para poder así cumplir con los fines propuestos. Por lo tanto, los liderazgos posibles estarán relacionados con los roles organizacionales, que objetivan su ideología, actuando de mecanismos de represión de otros «tipos» de entonación.

Interesa remarcar que las organizaciones, retoman los mitos como llamados a la integración, ellas los necesitan con la finalidad de hacerles interiorizar a sus integrantes los valores culturales. Permiten también explicar y orientar las conductas en la vida cotidiana. Pensamientos colectivos como los siguientes: en el Banco hay que hacer «carrera administrativa», (ascender hacia los cargos de mayor jerarquía) «hay que empezar de abajo»; «los más antiguos son los que más saben»; todo ello sumado a » quienes cumplen los horarios y las normas son los mejores empleados», ejemplifican lo anterior.

Qué pasa con esos hombres que quedan presos de su cotidianidad, que no hacen más que reproducir esa estructura, sin poder «ver» más allá?. Cuando estas actitudes y pensamientos «cristalizan en absolutos» estamos en presencia de lo que A. Heller denomina la «extrañación» de la vida cotidiana. El hombre está atrapado en la reproducción de su particularidad, sin interesarse por lo que pasa a su alrededor, qué le ocurre al vecino, al compañero, al conjunto. Pierde toda posibilidad de desarrollar el contenido humano-específico que todo ser aprehende conciente o inconcientemente en su vida cotidiana.

El bancario, mientras tuvo asegurado su nivel de vida, sus posibilidades de reproducción, no se interesó por lo que pasaba a su alrededor. Nada parecía poder afectar la posición lograda, suerte de conformismo en el rol que no posibilita movimientos alternativos. Por ello, podemos categorizarlos como personas con un alto grado de extrañación, sin duda posibilitado por el tipo de organización.

No obstante, y siguiendo a Heller, la vida cotidiana es el ámbito con mayores posibilidades para la extrañación, aunque no necesariamente debe ser así, puede haber espacio en ella para el desarrollo del ser individual, de manera tal que pueda superar el abismo que lo separa de la «producción humano-específica»

Lo anterior puede ayudar a entender que el bancario al constituirse en un momento histórico anterior y contenido por la identidad organizacional no pudo percibir que los cambios que se iban produciendo en el contexto, atentaban contra esa identidad.

Un Banco a Privatizar

La decadencia financiera

A esta altura podemos categorizar al banco provincia de San Luis, como organización-objeto [20], son aquellas que están determinadas externamente, por los atravesamientos institucionales, definidos en este caso por los vaivenes políticos -como veremos más adelante se acrecentará-, económicos y financieros que acontecen a nivel de la sociedad.

Esta característica influye en la conformación de la identidad organizacional, quitándole a la misma posibilidades de automía relativa, estamos en presencia de una organización instituida, reproductora del orden social.

Las organizaciones bancarias, como se sabe, están sujetas a resoluciones del Banco Central y Leyes que rigen las Entidades Financieras, que tienden a brindar seguridad al sistema financiero nacional. La seguridad es uno de los atributos que constituyen el rasgo de identidad-esquema [21] más importante de estas organizaciones

Podemos verificar que a partir del año 1984, con el advenimiento de la democracia, donde asume el poder político, el Gobernador Rodriguez Saá comienza una etapa de debilitamiento de la autonomía relativa del Banco de la Provincia.

Como lo afirma una denuncia realizada por los diputados de la oposición (Denuncia penal ante Juez del Crimen de fecha 2/96 ) el banco de la Provincia no adeudaba suma alguna al B.C.R.A. al mes de enero de 1984 y se encontraba en el 8 º lugar en el ránking de banco provinciales.

El primer hecho que se puede citar es que en diciembre de 1984, el Banco Central de la República Argentina otorga un préstamo (Res. B.C.R.A.Nº605/84) para cancelar la deuda al 30/09/84. Posteriormente el B.C.R.A. le otorga otros préstamos para aumentar el capital del mismo, con lo cual aumenta su endeudamiento con el Banco Central.(Ley 4779/87).

Respecto al manejo financiero interno comienzan a otorgarse préstamos bajo la forma de adelantos en cuenta corriente o autorizaciones de giro en descubierto que «más que préstamos parecen subsidios» según denuncia ante Juez del Crimen de turno de San Luis, del Ing. Cortés Aparicio [22], cuyos beneficiarios eran personas o empresas relacionadas directa o indirectamente con el Gobernador o su hermano el Senador nacional.

La denuncia manifiesta la modalidad en el otorgamiento de estos préstamos realizados con » discrecionalidad, favoritismo y privilegios». La operatoria consistía en: » a) el Banco de la provincia abre una cuenta corriente; b) otorga luego a ese cuentacorrentista ilimitados créditos en descubierto, sin ninguna garantía, toda vez que para otorgarlos no requiere previamente denuncia o manifestación de bienes al cliente, es decir que no sabe a quien le presta, ni siquiera refuerza sus acreencias con la constitución de refuerzos hipotecarios o prendarios o garantías solidarias de clientes con solvencia reconocida; c) producida la mora del descubierto en cuenta corriente (más de 29 días), deja pasar el tiempo tranquilamente y luego prevé riesgos por incobrabilidad por éstas cuentas impagas y al cabo del tiempo licúa estos saldos deudores definitivamente considerándolos incobrables, castigándolos al cierre de su balance cada 30 de junio». Manifiesta el denunciante que ni siquiera se intenta el cobro judicial de las acreencias del Banco, obligación primordial de todo funcionario público. Además, ante esta situación la Gerencia General del ente crediticio elaboró el listado de estos préstamos que en su momento otorgaron recibiendo órdenes -verbales o telefónicas- del directorio, presidente o funcionarios de nivel superior. Cuando estos créditos no fueron pagados opinaron que eran incobrables, aconsejando su pase a cargo por incobrabillidad.

La denuncia del Ing. Cortéz Aparicio tiene sus fundamentos en la inspección realizada por el BCRA el 29-02-1988 y que arrojó las siguientes conclusiones:

– Deficiencias en el otorgamiento de créditos

– Exceso en la asistencia crediticia dispensada a determinados clientes con relación a la situación patrimonial de los mismos

– Períodos excesivos de mantenimiento de saldos deudores en cuenta corriente (descubiertos) en contravención con la comunicación A-49 del B.C.R.A.

– Se verifica la aplicación incorrecta de los fondos de redescuentos por Emergencia Agropecuaria: en lugar de otorgar créditos a los damnificados se refinanciaron en gran medida deudas vencidas o a vencer.

En el diario Puntal del 15 de Diciembre de 1988 quien reitera la denuncia es un candidato a diputado por la agrupación Bases Peronistas.

Por otro lado, la Asociación Bancaria Seccional San Luis, en nota al Directorio del Banco de fecha 10 de marzo de 1989 [23], manifiesta su preocupación por la situación del mismo, señalando la gran cartera de morosos y muestran el desvío con respecto a las relaciones técnicas establecidas por la reglamentación vigente del Banco Central, en proporciones alarmantes (en algunos casos superando el 100% con respecto a la relación ideal) recomendando una «enérgica campaña de recuperación de los créditos».

Sugieren algunas medidas como por ejemplo a) disminuir la inversión en activos fijos, que es muy elevada debido a la adquisición de la cantera de mármol ónix, (en valores que superaban las posibilidades de recuperación de la inversión, dado su virtual agotamiento) operación expresamente prohibida por la ley de Entidades Financieras (Art.28) y la propia carta orgánica (ley 3889 Art.46).

b) Corregir deficiencias en las registraciones contables

c) Mejorar la administración del crédito, dado los casos de excesos de sumas prestadas sin relación con el patrimonio del deudor, etc.

d) Regularizar la situación planteada ante el incumplimiento del gobierno de la provincia de las obligaciones pactadas para la capitalización del Banco (Res. 351/88 B.C.R.A.)

A pesar de las denuncias mencionadas y otras, las irregularidades continuaron.

Es importante recordar que el gobierno mantenía mayoría en las Cámaras Legislativas. Por esa época se aprueba la ley 4841, que faculta al Poder Ejecutivo a establecer una nueva Carta Orgánica para el Banco que se efectiviza mediante el Decreto 285/90.

La norma citada cristaliza las intenciones del gobierno para con el Banco. Produce modificaciones sustantivas en relación a: la autarquía y autonomía funcional, ya que establece que el Ministro de Hacienda es «miembro nato del Directorio» con facultades de «presidir y participar con voz y voto» . (Art.15)

Por otro lado, establece que el «Gerente General y el Sub Gerente Gral. serán designados y removidos por el Poder Ejecutivo» y «…no son funcionarios de la carrera bancaria» (Art.29)

Mediante el Art.30 se establece que los empleados del Banco se rigen por el Régimen de Contrato de Trabajo, en lugar del Convenio Colectivo, perdiendo en consecuencia las conquistas logradas.

La asociación Bancaria [24] manifiesta no haber tenido participación en su redacción y denuncian que se pretende borrar la estabilidad y otros derechos adquiridos.

Asume un nuevo Directorio, entre cuyos integrantes está un deudor en gestión judicial, cuya asunción es objetada por la Asociación Gremial. Se promete atención crediticia a la pequeña y mediana empresa.

Estos cambios plantean un conflicto entre los bancarios y el gobierno donde se cruzan mutuas acusaciones y se produce un quiebre en las negociaciones ya que las partes no ceden en sus posiciones.

Como producto de la confrontación, el gobierno -para asegurar los servicios- traslada los Fondos de la Coparticipación Federal al Banco de la Nación y los Fondos Previsionales al Banco de Previsión Social creado en el año 1989. Lo que se dijo era transitorio, fue para siempre: los fondos no volvieron más al banco. En consecuencia el Banco Provincia pierde capacidad prestable, con lo que se logra el ahogo económico de la entidad.

Las intenciones de privatizar el Banco datan de 1987, no obstante, se deroga por decreto una ley que autorizaba su venta.

En el ‘91 la Asociación Bancaria presenta un proyecto de reestructuración del banco, donde proponen la fusión con el Banco de Previsión Social, necesidad de que el banco sirva de promoción a la actividad económica regional, reforzar la banca oficial, ante el proceso de concentración del sistema bancario privado, además, la participación privada y de los empleados (10%), mantenimiento de los empleados, etc. A fines del mismo año (10/12/91) asume un interventor (ya no se respeta la Carta Orgánica) con mandato del Poder Ejecutivo de trabajar en el proceso de privatización, que continúa en 1992, podemos identificar aquí un segundo intento fallido.

A partir de allí, los hechos que se sucedieron contribuyeron al desgaste y derrumbe de la banca provincial. Se producen robos en distintas sucursales; se «descubre» una red de estafadores ,[25] que operaban dentro y fuera del banco, cuyos autores van rápidamente a la cárcel, mientras la ciudadanía sospechaba de tanta celeridad y eficiencia judicial.

Lo anterior tiende a demostrar que hubo intencionalidad política de destrucción del banco, basado en lo siguiente: a) Pérdida de autonomía relativa, fundamentalmente a partir del cambio de la Carta Orgánica; b) el deterioro de las relaciones técnicas; y c) los hechos de corrupción (saqueo).

Esto nos lleva a plantear la crisis institucional, lo que significa que «la organización está realizando actividades que contradicen su razón de ser ….» «Esta razón de ser es el papel que la sociedad otorga a los establecimientos y se refleja en el orden instituido» [26]. Perdiendo con ello toda legitimidad frente a la sociedad. En este sentido se considera a la organización como una institución social que está determinada por las funciones específicas que la sociedad le ha otorgado. Y esas funciones específicas eran el resguardo y la seguridad de los caudales públicos y privados.

Este proceso de degradación social fue «acompañado» por el diario local. Este matutino a partir del año 1990 se convirtió en el único medio gráfico de la provincia y en el brazo intelectual de las operaciones ideológico-políticas del gobierno, en la herramienta para lograr la hegemonía del discurso oficial. El diario opositor Puntal fue adquirido en ese año por un contador que posteriormente decretó su quiebra.

Se completa de esa manera la intencionalidad de deslegitimar aún más el banco, con el objetivo de legitimar, a su vez, la necesidad de privatizarlo.

La campaña del El Diario tiende a invertir la «carga de la prueba» culpando de la crisis a los propios empleados. Aparecen en ese proceso calificaciones como «ineficientes» «no se ajustan a los tiempos» etc. Esto se profundiza a partir de 1995, cuando se acercan los plazos otorgados por el gobierno nacional para efectivizar su venta.

El 27/9/95 se anuncia por el diario oficialista, (lo que denominamos el tercer intento) el llamado a Licitación Pública Nacional e Internacional, para la suscripción del 70 % del capital accionario del nuevo Banco de San Luis S.A. quedando un 25% de las acciones para la provincia y un 5% de las acciones, para los empleados bancarios. Este proceso fracasó por falta de oferentes, llamándose (cuarto y último intento) inmediatamente a nueva licitación con iguales condiciones y se concretó en pocos meses.

Por su parte el gobierno central condiciona el envío del fondo fiduciario a la privatización, pactos fiscales mediante. De cara ya al modelo neoliberal vigente, cuya impronta es «agrandar» el mercado «achicando» el Estado, a través de las llamadas reformas o modernización.

En el proceso de modernización la apelación a los mitos, tanto de génesis como heroicos ya no alcanzan, por lo que son reemplazados por la ideología, que tiene como función «expresar la homogeneidad y enmascarar el conflicto» [27]. La ideología entonces, actúa por acción y por omisión a la vez. Muestra lo que le interesa mostrar y esconde lo que no es conveniente.

Cuando la ideología toma cuerpo, en referentes reales, adquiere consistencia y afecta las prácticas sociales y las individuales. De tal manera que modifica el accionar cotidiano.

Pareciera el cumplimiento de la «profecía» weberiana [28] sobre la profundización del proceso de racionalización (relación de fines con respecto a medios) que ha dejado fuera a los propios seres humanos.

La catástrofe en la vida cotidiana de los bancarios

Las perturbaciones externas repercutieron al interior de la organización bancaria produciendo distintas reacciones.

Con la modificación de la Carta Orgánica (1990), el gobierno tuvo amplias facultades en el manejo del Banco y sus empleados, que como ya dijimos, desconoció los convenios colectivos.

Los conflictos con el gobierno provincial se acrecentaron, fundamentalmente por el tema salarial. El gobierno no reconoció las demandas, por lo que los bancarios resistieron con los modos tradicionales de protesta: paros con distintas modalidades, en los días que más se podían hacer sentir: los días de pagos de haberes a empleados de la administración y jubilados. Que fueron aprovechados por la prensa local para inducir a la opinión pública en su contra. Para esa época ya eran tratados como empleados públicos [29], con la consiguiente herida en el «corazón» de ese «ser bancario» constituido en otras épocas.

El clima organizacional se había enrarecido, frente a tantos cambios los empleados ya no eran los mismos.

La merma en los salarios profundizó aquella herida, generando la necesidad de buscar otras fuentes de ingresos para mantener los niveles de vida adquiridos.

Hay crisis, ello implica la coexistencia de varias racionalidades: la individual, la grupal, la organizacional, la institucional, «confrontadas todas ellas en la búsqueda de nuevos sistemas de retribución o compitiendo por recursos escasos» [30]. Las anteriores habían podido ser absorbidas por la estructura, pero ésta se mostraba diferente.

Se produce un repliegue hacia las particularidades. Cada uno trata de salvarse solo. La lucha anterior había sido infructuosa, como expresaron algunos testimonios: «…no podemos hacer nada…», «… la cosa ya está decidida…». El conjunto ya no interesaba.

Las reacciones fueron diversas. Algunos ya contaban con otros trabajos, otros aprovechaban las relaciones que posibilita el banco y sus posiciones jerárquicas para hacer sus negocios personales. Otros charlaban animadamente sobre los sucesos internos, (mientras las colas de agrandaban). El ritmo de los acontecimientos era acelerado: «salió en régimen de retiros voluntarios?» «todavía no lo firman, pero tengo una copia, leámosla» » han modificado el cálculo de los montos» » no, así no conviene» , etc.

Por otro lado, estaban aquellos que se investían del ropaje de la estructura, los que ocupaban cargos jerárquicos, (que a nuestro juicio eran los más fieles representantes de ese ser bancario que describíamos anteriormente) eran los mitos vivientes de aquella construcción histórica, los héroes, que menciona E. Enriquez, que orgullosos contaban los años que habían transcurrido en el Banco, rememorando quizás otras épocas, para no ver, ni sentir el presente.

A esta altura de los acontecimientos, las normativas internas devinieron abstractas, ya no funcionaban los mecanismos de control organizacional.

La vida cotidiana se había alterado. A medida que se acercaba la fecha de la privatización, la angustia existencial aumentaba, antes contenida por la estructura de la organización, por el sentido de pertenencia, por la identidad organizacional.

Se resistían a tomar el retiro voluntario, que dadas las presiones con la que les fue impuesta por el presidente del Banco, podían considerarse virtualmente echados, (lo que es denunciado por la Asociación Bancaria). El banco debía quedar con el 50% del personal, de acuerdo al pliego de licitación.

Cada uno se replantea su vida: los años dedicados a la organización es la reflexión de los más viejos, que consideraban habían dejado su vida en ella. Los de mediana edad se planteaban el problema laboral, otros ya lo tenían resuelto, se dedicarían a sus otros trabajos. Otros invertirían el dinero del retiro en algún negocio. Uno de ellos expresaba: «Como me faltan 7 años para jubilarme, me acostaré a dormir y cuando me despierte, seré un jubilado».

El pasado ya no puede explicar el presente. Debían resolver por sí mismos, pero ya no atados a la organización. La angustia por la vida reaparece, el temor visto cuando menos en dos dimensiones: por un lado, a la pérdida de la vida y, por el otro, a la pérdida de la seguridad, representada en este caso por la pérdida del trabajo y con ello las posibilidades de reproducción de la particularidad.

Las probabilidades de terminar su vida laboral en el banco fracasan, es lo que A.Heller denomina la catástrofe de la vida cotidiana. Que como decíamos al principio, estaba organizada en torno al trabajo.

Desde el punto de vista de la identidad organizacional, la privatización se considera un cambio catastrófico, ya que destruye la anterior, (ser un banco provincial), para instaurar una nueva identidad (ser un banco privado). Al modificar los modos de relación, las capacidades y los propósitos de la organización, se está en presencia de una nueva estructura, como materialización de la nueva identidad. [31] Este cambio es vivido solamente por los empleados que quedaron en el banco. Los nuevos mitos llevan a ajustar las conductas en torno a modelos de eficiencia, ya no se pertenece al Estado sino al mercado.

Los bancarios sin su Banco

La llamada reforma del Estado, legitimó políticas de desrregulación, descentralización y privatización, que implicaron modicar las relaciones entre Estado y Sociedad. Se produce en nuestro país una suerte de repliegue del Estado, para generar más mercado, que ahora será el medio que asignará más eficientemente que su antecesor los recursos de la sociedad.

Una sociedad construida históricamente desde el Estado produjo ciudadanos dependientes, que hoy son arrojados del sistema bajo la impronta del neoliberalismo.

Esto nos lleva a reflexionar sobre la situación de los bancarios que se quedaron sin banco y con muy pocas posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral, ( que como sabemos no son lo únicos afectados por este proceso de modernización) del que ni siquiera conoce sus códigos. Él no sabe qué es «competir», ni ser «eficiente», ni ser «ganador», porque se constituyó en otra época histórica, bajo el manto protector del Estado. Ese mismo que hoy lo abandona a su suerte.

Sus historias quedaron en la órbita de la vida privada de cada uno, la sociedad puntana los ignoró, como mencionamos antes, por obra de los aparatos ideológicos que muestran sólo la cara más conveniente y funcional y ocultan aquello que no pueden explicar, produciendo una atomización de conductas que anula los lazos de solidaridad.

Frente a la catástrofe de su vida quedaron solos, perdieron su historia y su identidad de bancarios. Los valores a los que adherían, hoy ya no se reconocen. Y en la sociedad ya nadie los recuerda. Esto es el mercado?

No obstante, creemos que la sociedad podrá reelaborar los valores humanos que permitan reconstruir los lazos solidarios, quizás sobre nuevas bases, nuevos espacios, que puedan contener a todos.

Para finalizar adherimos a lo que dice Agnes Heller: » ni un sólo valor conquistado por la humanidad se pierde de modo absoluto; ha habido, hay resurrección y la habrá siempre. Yo llamaría a esto la «invencibilidad de la sustancia humana», la cual no puede sucumbir sino con la humanidad misma. mientras haya humanidad, mientras haya historia, habrá también desarrollo axiológico.» [32]

Bibliografía

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ENRIQUEZ, Eugene. L’Organisation en Analise. Presse Universataire de France. Sociologie d’aujour’hui. Traducido: D. Marano. Responsabilidad y Corrección: Ana Correa. 1997.

ETKIN, Jorge y SCHVARSTEIN, Leonardo. «Identidad de las Organizaciones» Paidós 1988.

HELLER, Agnes. «Historia y Vida Cotidiana» Enlace-Grijalbo.México 1985

HELLER, Agnes. «El hombre del Renacimiento»

HELLER, Agnes. «Sociología de la Vida Cotidiana» Península. Barcelona 1987.

HELLER, Agnes. «Teoría de las Necesidades en Marx» Península. Barcelona. 1978.

PASTOR, Reynaldo A, San Luis Su Gloriosa y Callada gesta 1810-1967. Buenos Aires 1970.

SCHAVARSTEIN, Leonardo. «Psicología Social de las Organizaciones. Nuevos Aportes» Paidós 1992.

WEBER, Max. «Economía y Sociedad» Tomo 1 Fondo de Cultura Económica. México 1974.

Notas

[1]Trabajo presentado en el Congreso «Transformaciones del Estado en la Sociedad Moderna», organizado por la Escuela de Ciencia Política y Centro de Estudiantes U.N. Rosario, 28 al 30 de abril de 1997.

[2] Inés Rouquaud Prof. Adjunta Exclusiva responsable Planificación Lic. en Administración y Lic. en Trab.Social, integrante trabajo de investigación 549305 F.I.C.E.S. – Estela Iparraguirre, Prof. Adjunta Exclusiva, responsable Administración Económico-Financiera Lic. en Administración, integrante trabajo de investigación 549305 F.I.C.E.S.

[3] Datos sistematizados de nuestra investigación, obtenidos a partir de información secundaria.

[4] Informe del Gobierno de la Provincia para Privatización.

[5] Pastor, Reynaldo A, San Luis Su Gloriosa y Callada gesta 1810-1967. Buenos Aires 1970.

[6] Enriquez, Eugene. L’Organisation en Analise. Presse Universataire de France. Sociologie d’aujour’hui. Traducido: D. Marano. Responsabilidad y Corrección: Ana Correa. 1997.

[7] Enriquez, Eugene op. cit.

[8] Heller, Agnes. Historia y Vida Cotidiana. Cap. La estructura de la Vida Cotidiana.pág.41 Enlace-Grijalbo. México 1985

[9] Heller, Agnes. Sociología de la Vida Cotidiana. Península. Barcelona 1987.

[10]Heller, Agnes. Sociología … pág. 19. op.cit.

[11] El tema ha sido abordado en nuestro trabajo de investigación, desarrollando las categorías de patrimonialismo y dominación tradicional, intentando adecuarlas a los regímene actuales.

[12] Heller, A.Historia y vida cotidiana … págs.39 y subs. op.cit.

[13] Heller A. op.cit.

[14] Etkin-Schvarstein. Identidad de las Organizaciones. » el concepto de estructura se refiere al modo de relación espacio-temporal entre las partes, las funciones y actividades en las organizaciones complejas, para un momento dado».

[15] Citado por Schavarstein, L. Psicología Social de las Organizaciones.pág. 227

[16] Schvarstein. L. op.cit.

[17] id. ant.

[18] Etkin-Schvarstein. Identidad de las Organizaciones. Se refiere el concepto de autoorganización, que es la «capacidad (de las organizaciones) de darse sus propias reglas, normas y valores a los efectos de asegurar su subsistencia.» pág. 114.

[19] Las palabras en cursiva indican las categorías de la vida cotidianan que A. Heller utiliza para caracterizarla.

[20] Schvarstein, L. op. cit.

[21] Etkin-Schavarstein op.cit.

[22] Publicada en diario Puntal de San Luis del 9/12/88

[23] Publicada en diario Puntal de San Luis el 21/03/89.

[24] Nota en El Diario de San Luis en Mercedes 3/3/90.

[25] El Diario de la República 4/9/1995, y días subsiguientes. Continuador del El Diario de San Luis, siendo reconocido en la sociedad puntana que su dueño es el ex-Senador Rodriguez Saá.

[26] Etkin-Schavarstein. pág. 115 op.cit.

[27] Enriquez, E. op.cit.

[28] Weber, Max. Economía y Sociedad Tomo I

[29] El Diario de San Luis 23/6/89.

[30] Etkin-Schvarstein pág. 115 op.cit.

[31] Etkin-Schvarstin. op.cit.

[32] Heller, A. Historia y vida cotidiana … op.cit.

Banco de la provincia de San Luis: Proceso de privatización y vida cotidiana.

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