Lic. Bibiana Apolonia Del Brutto.*

La ideología de la globalización y la agonía de un largo final.

Las circunstancias de fines de siglo y los comienzos de otro son problemáticas. Grandes fantasmas recorren el mundo convertidos en fuerzas que rechazan el análisis, la historia, proponen otros argumentos de la razón en condiciones de omnipotencia y de absorción de los pensamientos de los sujetos. La regulación apocalíptica que surgió en los últimos años del siglo XX de los hechos económicos, sociales, políticos, culturales como explosión de la denominada globalización y de sus crisis, se constituyó en el ámbito planetario proponiendo elementos de oscuridad. Quizás de manera más terrible en cuanto a las posibilidades de salida para los países del Tercer Mundo. América Latina sometida a períodos de congelamiento político por el terrorismo de Estado a mediados de los años setenta, aceptó la hegemonía estadounidense para la comprensión, la administración y la política de la vida de sus países. Siguiendo la tradición del compromiso de las burguesías con el capital internacional la última década de los noventa convirtió a los países periféricos en una plétora de difusores y defensores del neoliberalismo. Porque la globalización iniciada como proceso económico extendió la misma conceptualización a la filosofía y a una multiplicidad de disciplinas. A partir de la apropiación política de cada Ministerio de Economía o de Hacienda, los reproductores de la globalización realizaron prácticas proféticas argumentando la necesidad de la inserción mundial para cada país y el valor del mercado para todos los hechos. Sucesos que se inicaron en la década de los 70 con las dictaduras militares preanunciando mediante el lenguaje de la violencia –no simbólica – lo que ocurriría unos años más tarde con la producción, los salarios, el capital, los valores, los consumos y las sociedades modeladas para usos de intercambio en otros niveles de violencia.

A principios de los años setenta Aldo Ferrer que fuera ministro de economía decía: “…el mercado debe asignar los recursos productivos y distribuir los ingresos entre los agentes de la producción; la empresa privada debe encabezar el desarrollo y el Estado cumplir una función subsidiaria; la economía debe abrirse a la competencia internacional y especializarse conforme a las ventajas comparativas reveladas por el mercado internacional; la inflación debe frenarse mediante la reducción del gasto público y sin déficit fiscal…..” La concepción conocida años más tarde como neoliberal ya estaba en el Estado sin que la sociedad hubiese tomado nota del cambio.

Globalización es un término que se repite en los discursos oficiales, en la academia, en los medios de comunicación, en la opinión generalizada de habitantes. Ha sido conocida como un paraíso para alcanzar y como una fórmula disciplinada a la que se debe obedecer, por los alambicados y sinuosos discursos en los actos del habla, especialmente en las situaciones de trabajo, cualesquiera fueran sus formas de empleo, subempleo, trabajo en negro. Se insertó en lo que se conoce como vida cotidiana o en el lugar en que los sujetos desempeñan su subjetividad y crean su identidad social. El lenguaje de la opinión pública y/o el de los medios de comunicación se encargó de situarlo como un proceso exclusivo de los economistas, oscuro y sobrepresentado por datos cuantitativos y adhiriéndole nociones impenetrables para el común de la población. La distancia entre lenguajes hace que la conciencia de lo que ocurre en la vida cotidiana sea incomprensible, con falta de razones y de respuestas a los por qué.

Para Agnes Heller la vida cotidiana se constituye como vida alienada ya que las relaciones sociales de los individuos con las formas de actividad son lo que determina la alienación. [1] No hay vida cotidiana sin historia, como tampoco la hay sin los elementos de la heterogeneidad, que son las capacidades, habilidades y pasiones que poseen los individuos a lo largo de su vida. A medida que los individuos actúan en la vida cotidiana sus comportamientos devienen homogéneos, lo que no significa que actúen de acuerdo a una estructura homogénea, sino que se sumergen en una objetivación homogénea, que implica una praxis comprometida, una concentración de fuerzas y de capacidades concentradas y éstas son acciones cognoscitivas, psicológicas y morales. La ideología de la globalización, el neoliberalismo, el posmodernismo se insertó en la vida cotidiana dejando de reconocer los sucesos históricos, los pensamientos, las ideas, los hechos, las identidades. La vida cotidiana se tornó mucho más alienada en la Argentina en los últimos diez años como producto de la dispersión de fuerzas que tuvieron que realizar las personas ante el cambio de valores que planteó la globalización. ¿Qué pasó que el neoliberalismo impuso el mecanismo del mercado dictando sus leyes a la sociedad?, conduciendo lo demolición de la sociedad. ¿Por qué el BM y el FMI pueden intervenir a voluntad y forzar a los países a participar en la economía mundial, en términos desfavorables?. Seguridad social amenazada en la mayor parte de los países, medio ambiente al borde del colapso, países cada vez más pobres y países cada vez más ricos es la consecuencia de la primacía de la dictadura de lo económico sobre la sociedad. Las ideas del neoliberalismo en sus orígenes crearon una red de fundaciones, institutos de investigación, publicaciones, forjaron académicos y escritores de las relaciones públicas, de manera que empaquetaron las ideas y doctrinas y las hicieron permeables para la sociedad. Interpretaron a Antonio Gramsci con el concepto de hegemonía cultural. Se puede decir que el trabajo minucioso y violento de la derecha ha tenido el éxito al estilo de una promoción de una secta religiosa, ya que su doctrina dogmática, el sacerdocio que pregona, las instituciones legislativas que lo enfundan envía a la Inquisición a quienes se le opongan. A diez años de lo que fuera la famosa frase de Margaret Thatcher cuando el bombardeo del buque General Belgrano, en 1982, en el intento de recuperación de las Malvinas se hizo carne: no importan los individuos importa el mercado.

En 1979 ¿El fin de la Historia? la obra de Francis Fukuyama marcaba las líneas de su coterránea Thatcher. Diez años después aquél descubrió que en realidad la historia no puede acabarse, pero hasta que las ciencias de la naturaleza no hayan llegado a su fin. No muy arrepentido de sus contundencias, Fukuyama dice en la actualidad que no fue comprendido y que la historia está dirigida por la expansión de las ciencias de la naturaleza y de las tecnologías contemporáneas y que ellas son el fundamento de la modernización económica. Pero parece haberse dado cuenta que se necesita de un sistema político que admita la universalidad de los derechos del hombre. Su lógica evolutiva es que sólo las naciones más avanzadas podrán llegar a la democracia liberal y los mercados. El resto y las crisis serán sólo involuciones. Fukuyama pronosticó que la mundialización va a durar mucho tiempo, que llegó para quedarse y que será diferente según países. Muy ávido por los procesos evolutivos también pronostica Fukuyama que serán las tecnologías de información las que acelerarán los procesos de democratización, ya que ningún país podrá quedarse aislado de las fuentes externas de información.

El recorrido de la mirada por cualquier territorio latinoamericano, del Tercer Mundo y aún de los del Primer Mundo indica por el contrario que las víctimas del libre mercado somos muchos y que lo que está en una picada descendente son las formas de la democracia liberal y el mercado manejado y manipulado de la forma en que se ha realizado en los últimos 30 años.

¿Qué es globalización? El concepto fue establecido como organizador de la discusión económica política en la escena contemporánea. El término implica que una sociedad cohesiva y aislada y una economía doméstica ya no se sostienen y que debemos integrarnos a una economía y a una sociedad que son verdaderamente globales y que existe una dependencia de la vida cotidiana de fuerzas, que también son globales. De allí se pasa a aseveraciones, a juicios, que la transformación cualitativa del capitalismo desarrolló en nuevas relaciones de interdependencia más allá de los estados nacionales. El concepto devino en situaciones de mito, de imágenes invertidas de la realidad y se afirmó en las políticas de los estados justificando las más impopulares, durante toda la década de los noventa, e independientemente de cuáles fueran sus voceros.

Se oyó decir que era un evento completamente nuevo cuando en realidad situaciones globales acompañaron todo el devenir del capitalismo. Como justificación económica se dijo que se ingresaba a una nueva época de crecimiento rápido, sin inflación ni crisis, cuando las crisis son recurrentes y mucho más la provocada por la globalización. También se dijo que se iniciaba una época de producción y productividad amparados por una revolución tecnológica y la informática, cuando no ha habido crecimiento de la productividad y el fenómeno del desempleo se ha tornado estructural y a escala mundial la situación de inflación que generó el capital derivó en fuertes retrocesos de zonas que de tiempo atrás estaban rezagadas. Se dijo que había que privatizar porque el Estado era deficiente en su funcionamiento, incluso con la justificación de escapar de la deuda externa. Las privatizaciones, aparte de enajenar el capital público no amortizaron las deudas externas de los países menos desarrollados. Se dijo que la globalización había de servir de base al crecimiento sostenido; que serviría para el equilibrio ambiental; que se debilitaba el Estado centralizado; que las clases desaparecían e incluso el conflicto de clases; que los movimientos reivindicatorios de los trabajadores no tenían sentido; que los modos de operacionalidad de la política irían cambiando a partir de la búsqueda de consensos entre los tres sectores de la sociedad: el estado, los empresarios y los académicos; que las viejas nociones de centros hegemónicos y periféricos eran obsoletas; que se iniciaba un orden con el fin de la historia y que este comienzo se denominaba neoliberalismo.

A partir de estos esquemas -seguramente existen muchos más – devino un quehacer social y político que cambió mentalidades, pensamientos, idiosincrasias y erosionó las bases valorativas de comprensión y justificación de la realidad social. Las alteraciones a la realidad social son culturales porque justifican a través del lenguaje, las formas de actuar macro y micropolíticas, inventan lenguajes crípticos denominados tecnológicos, son de ghettos sociales y sirven para la reproducción social de la sobrevivencia de unos pocos.

Lo definitorio de la globalización reside en:

· La importancia de la estructura financiera y de la creación global del crédito y el dominio de las finanzas sobre la producción.

· El conocimiento y/o una estructura del saber como definitorio para la estructura de la producción.

· La obsolescencia de ciertas tecnologías y el crecimiento en la trasnacionalización de las tecnologías.

· El ascenso de los oligopolios globales con forma de corporaciones multinacionales.

· La globalización de la producción, del conocimiento y de las finanzas dio lugar a la retirada del estado nacional como poder regulatorio y el ascenso de un poder global político en la estructura de autoridad de los estados, asociado con las Naciones Unidas, que a su vez socavó al sistema democrático tal como se lo conoció desde el siglo XIX.

Asimetrías y des identidades de la ciudad global.
Globalizaciones existieron siempre en el sistema de producción capitalista, pero nunca como a fines de siglo XX se dio en los discursos y en la conformación de las operaciones de las metrópolis sucesos para maximizar beneficios jerarquizados. La globalización presenta contrastes tanto en fortunas como en infortunios, entre los que ganan y los que pierden y estos entrecruzamientos generan distintos lenguajes y violencias solapadas. Las fortunas concentradas se encuentran en las ciudades más globalizadas, New York, Japón, París, Bonn o cualesquiera de ellas, las 300 personas más ricas del mundo manejan ingresos superiores a la mitad de la población del planeta. De esas ciudades parten los negocios de la droga, de las armas, de la prostitución, de las mafias, de las bolsas, de las telecomunicaciones y de los esquemas de pensamiento hegemónicos que se dispersan en asimetrías para el resto de la población terráquea. También en las más importantes de ellas existen contrastes entre los modos de vida opulentos, los desocupados y desempleados.

Nunca como en la última década el libre comercio accionó los poderes de ofertas de mercaderías no sólo como objetos, sino humanas y nunca se conoció de manera tan violenta una monopolización de herramientas económicas que permitiese el control de las sociedades más ricas sobre las más pobres. Los controles monopólicos se efectúan en los ámbitos que dan más réditos: las tecnologías, las finanzas, los medios de comunicación, las armas de destrucción masiva y el acceso a los recursos naturales del planeta. La concepción del desarrollo se asimiló a la expansión del mercado, del mercado capitalista. Todo se mercantilizó en la sociedad y también los actos del habla. Los proyectos se percibieron de otra manera como la concentración espacial de la era telemática, que fue vista como una democratización específica, educativa y cultural, pero que agudizó la dispersión de los conocimientos y la integración en numerosos sentidos. Fue lo político subsumido a lo económico, las concepciones sobre el Estado las que produjeron las asimetrías más dispares, especialmente para el Tercer Mundo. Así economía y estados quedaron cada vez más vinculados. Con detrimento de la política y en las metrópolis grupos sociales con intereses cada vez más transnacionales son los que manipulan las corrientes de opinión y las pasiones del pueblo.

Estas vinculaciones hicieron a la emergencia de influencias políticas no sujetas a control, separadas de toda intencionalidad y devenir democrático, paradójicamente en las ciudades más destacadas actúan las sedes del Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional.

Es en las ciudades en las que se da una integración de diversos sectores a la vida social, la economía, la política, la cultura, pero la economía que es mundializada y autónoma con relación a los estados políticos o nacionales hizo que los modelos económicos asentados en la idea de la globalidad, provocasen las consabidas demandas multiplicadas, reclamos de enseñanza, de sistemas de protección social, de empleo, de seguridad, de derechos en los marginales, de los inmigrantes, de etnias y de los y las diferentes. Demandas que la dinámica de las administraciones no están preparadas para responder en tanto son dirigidas por modelos económicos globalizados. El mundo tecnocrático inspirado en la mercantilización hizo de la democracia un nivel poco destacable y en las administraciones de los estados se dejaron de tener en cuenta la multiplicidad de realidades. El paradigma de las empresas comenzó a cobrar vigor para conducir a lo público y la representación de intereses y de valores se unió a la representación política como no lo hiciera en todo el siglo XX.

Las ciudades son hoy sede de las operaciones legales y de contabilidad más que de producciones y en las gestiones exportan incertidumbres, especulación, fragmentación además de la terciarización de los servicios. Esta implantación de actividades crea distorsiones, de las más conocidas: la disparidad de salarios entre trabajadores de distinto nivel educativo, el desempleo, la des información, altos ingresos y hábitos de consumo elevados para sectores sociales ocupados y adaptados con los términos de la economía y los lenguajes de modos de vida dirigidos. La generación de subculturas se observa por doquier, una uniformización de los modos de vida que es acorde con los valores del posmodernismo que se ajusta a la globalización y que hace que se estandaricen los tipos de consumo, las representaciones imaginarias, las modas, pero lo que se estandarizó con mayor agudeza fue el deseo de ganar.

Aunque el grado de información tecnológica es superabundante, el acceso a ella es relativo para diferentes sectores sociales. Las informaciones televisivas también de orden global son fragmentarias, las referencias de los sujetos son dispersas pero excitan el goce y la pasión por los consumos, por el éxito individual y el temor al fracaso. Existen dificultades para elegir especialmente valores, circunstancias y se vive en las ciudades de manera descartable y/o haciendo zapping. Las proyecciones que tuvieron su soporte en la globalización, en la Argentina, dejaron de tener en cuenta identidades, historias, costumbres, favorecieron la recepcitividad pasiva de espectadores y espectadoras.

Cada vez más en los espacios físicos se superponen las diferencias, las hay que son ghettos protegidos en los suburbios y que mantienen nulas relaciones de vecindad. Centros en los que también se perciben las disparidades como en las periferias, pero ahora los centros geográficos están devaluados y en las periferias conviven poblaciones marginales conjuntamente con las burguesías en ascenso. El lenguaje actual los denomina country clubs. Los privilegios se manifiestan en obras de infraestructura y atractivos especiales en los que niñ@s y jóvenes asisten a niveles de escolaridad también privados con accesos a campos deportivos diversos, al consumo de tecnologías y una movilidad que los imagina estar en cualquier ciudad del planeta tierra. Los posgrados en universidades del Primer Mundo han empezado a competir con los posgrados en la metrópolis pero de universidades privadas que poseen sus enclaves en las cercanías de los barrios cerrados. El paisaje suburbano argentino se asemeja al californiano o al inglés y la vida transcurre de manera bucólica con escenarios encerrados por el que fue en el siglo pasado, el símbolo del progreso: el alambrado.

Alambrados y accesos con barreras custodiados por guardias de seguridad. Luego es posible ver a los niños en el paisaje homogéneo, con las bicicletas homogéneas, los jardines homogéneos y las casas homogéneas. Detrás de la violencia que suscita el alambrado, muchas veces electrificado, la pobreza multifacética. Es que el bienestar está amenazado y el mal rodea a los prisioneros que se consideran los buenos del campo de concentración de la pureza globalizada. La desigualdad, o mejor la pobreza, creó un nivel de criminalidad, de violencia, reconocida en los países del Primer Mundo pero inespecífica en los del Tercer Mundo. Existen admisiones acerca de la relación entre el desempleo y el aumento de la violencia, sin embargo poco se dice acerca de las motivaciones y de los circuitos culturales que hacen a los comportamientos violentos.

La continua superposición de actividades encontradas aparece como generadora de una ética global que dicta los señalamientos en los comportamientos. La erosión de los estados nacionales como contenedores de las identidades hizo que se prescindiese de las integraciones simbólicas como elementos significativos y se optase por la inclusión de sujetos de las grandes corporaciones multinacionales, sus modos de vida, sus costumbres y sus tradiciones. De manera que el poder se convirtió en fachada de frivolidades, de expresiones banales y de la iniciación de otros valores para transitar el camino de las carreras políticas. Al semejanza con los Estados Unidos el sistema político se presenta lleno de desconfianzas, de mediocridades y de mezclas de corrupciones. La desconfianza de la opinión pública con respecto al voto, el mayor acceso a los programas televisivos y a la internet da lugar a la presencia en la política de personas sin experiencia, sin embargo a la opinión pública le gusta seguir a los famosos sin experiencia en los cargos de gestión del Estado porque en apariencia posee un hartazgo sobre la corrupción de la política. Los valores manifiestos por la publicidad establecen paradigmas a ser tenidos en cuenta por l@s que se dedicarán a la política para el nuevo milenio como los siguientes: hace falta inteligencia para ganar dinero y tener éxito; aquél o aquella que se presentan es porque han tenido éxito, han ganado, y lo han conseguido por sí mismos, no han robado en los cargos públicos. Esta sospechosa participación de las vías telemáticas en la política considera que el público dejó de ser espectador y se convirtió en protagonista, en una especie de experto, de analista de los problemas sociales, como la sanidad, la educación, el cuidado de los ancianos, que lo importante es quién va a ganar no quién es el mejor o la mejor candidato o candidata.

A nivel societario existe una alta fragmentación de identidades, ya que no hay una unidad de poder que permita confluir lazos sociales, que asegure la convivencia. El management es el nuevo código ético de la administración de los estados. Las administraciones públicas son ahora gerenciadas en vez de administradas. Mejorar la gestión es mejorar la economía y el deber ser ocurre en tanto exista el cierre de caja. La agilidad de la gestión se mide por auditorías, por negociaciones descentralizadas e individuales y sobre todo por aumentar la productividad. Como el mercado opera de manera flexible nada fue tan defendido y acatado como las pautas de las reformas del mercado laboral para convertirlo en flexible. El empleo precario, la reducción unilateral de salarios para las empresas, las fechas para tomar las vacaciones, la extensión de la jornada laboral, la negociación a nivel de empresas, la supresión de las negociaciones colectivas de trabajo mediante los sindicatos, fueron cambios que operaron en las ciudades. El poder político sometido al poder económico hizo que los contadores fuesen los técnicos más capaces para administrar las políticas exteriores, la educativa, la de defensa, la cultural. La necesidad de confiar en los mercados confluye en una permanente consigna que es reducir gastos, efectuar políticas de austeridad y continuar con el endeudamiento externo. Las debilidades para formular y orientar políticas públicas, para dar respuesta a los problemas concretos se realiza con un mayor control sobre recursos humanos y con mayor poder de policía sobre los trabajadores. La privatización y la destrucción de los servicios públicos que condujeron al igual que en Gran Bretaña por los años 80 a una fuerte reducción de los empleos públicos acarreó un deterioro de la sindicalización, especialmente de la fortaleza sindical derivada de los empleos públicos. Para los neoliberales es mejor tener menos trabajadores que más. El descrético hacia los sindicatos hizo confundir a lo largo de los últimos diez años los derechos adquiridos tanto en lo laboral como en lo social, de manera que los lenguajes de tono totalitario fueron tan frecuentes de oir en expresiones como: la hora de los sindicatos ya pasó; si no te gusta este sueldo y este contrato te vas. Los trabajos flexibles fueron lo constante en el ámbito público como en el privado, aunque el trabajo público continuó con el prejuicio de la burocratización ineficaz e ineficiente; la pérdida de tiempo; el gasto infructuoso. La transpolación de lo ineficiente pasó de todo lo público al reconocimiento de las personas.

El cambio en las relaciones de poder en la sociedad es entre élites tecnocráticas o bien ligadas al poder político de turno y el resto de una masa heterogénea, desprotegida y en gran parte desempleada. Esas élites antes eran denominadas patria contratista, empresarios industriales, cúpulas sindicales. Ahora son holdings, ex ejecutivos de corporaciones que asesoran, ejecutivos del sector financiero, ejecutivos de los servicios privatizados. El lenguaje común que se usa en las grandes ciudades es emitir conceptos como si todos tuviesen el mismo modelo básico cual si fuesen computadoras, la PC del Mercado Libre. Los sistemas operativos son las políticas macroeconómicas para tener éxito en la economía globalizada y el software es la ley, los tribunales, los organismos regulatorios, una prensa libre y las instituciones democráticas. Tanto en Rusia como en cualquier otra ciudad del Primer y/o del Tercer Mundo existen gestionadores de las administraciones públicas corruptos, porque la economía está sometida al hardware del mercado libre, aunque dichas economías estén estancadas. La gestión es la que debe de cambiarse y dejar de proteger con normas a los recursos dirigentes de esas administraciones. No hacen bien las cosas, buscan favores, privilegios impositivos, subsidios y esto aumenta los déficit. Se debe dejar de hacer asistencia y comprender cuál ha sido el origen del éxito norteamericano para emular. El sofware de leyes y de mercado que permite ganar al competidor más productivo. De allí que se necesiten administraciones públicas honestas, flexibles y reducidas. [2]

El nuevo capitalismo reclama los subsidios y los favoritismos que no mantienen las reglas básicas de la economía de mercado. No es posible seguir trabajando a pérdida, con malas calidades tanto de productos como de recursos humanos, de lo contrario se continúa con los incentivos económicos perversos. Es necesario hacer cumplir la disciplina del mercado, [3] este es el lenguaje de la nueva ética. En el lenguaje globalizante del capital no se reconoce la apropiación en manos corporativas y privadas, como tampoco la emergencia de influencias políticas sujetas a las variantes de los oficiales del Banco Mundial o del FMI. Estas instituciones se han fortelicido en los últimos 20 años de manera asombrosa, gracias a la crisis de la deuda y al mecanismo de condicionalidad el FMI ha pasado a ser el dictador de las políticas económicas sólidas. Dictadura que se traspasa a los gobiernos democráticos y que permite las corrupciones de éstos ya que al dictar la economía las políticas, la política sobrevive apoyándose en la norma neoliberal. Demás está en nombrar en este pequeño esbozo que el resultado de las privatizaciones en Argentina, y en otros países, no estuvo relacionado con la eficiencia económica. Los gerentes de las empresas privadas duplicaron o triplicaron sus sueldos y por lo general fue la misma gente que antes trabajaba para las empresas del estado. En cuanto al resultado de esas privatizaciones se entregó el producto enajenado de trabajo de miles de personas a los grandes inversionistas.

El milagro económico de los últimos diez años deja en la Argentina con más de la mitad de la población viviendo en la pobreza. En Buenos Aires el cinturón más grande del conglomerado urbano que se encuentra en La Matanza, -otrora cinturón industrial – es una hilera de fábricas abandonadas. Las empresas se han ido al Brasil, por los menores costos y un mercado más grande, otras empresas dejaron de existir por la apertura del mercado argentino a la competencia extranjera. Mientras en las periferias urbanas se consume pobreza, droga y violencia, en el centro las ofertas culturales son más amplias, por un poder adquisitivo mayor y por un consumo cultural adaptado a los niveles adquisitivos, lo que hace de la ciudad de Buenos Aires una constante comparación con el Primer Mundo. La industria cultural no se mide por la calidad de las producciones del pensamiento, sino por la producción de ofertas de espectáculos, trabajo, inversión y ganancia como cualquier otra actividad económica.

Desde la perspectiva sociológica clásica los diagnósticos sobre las sociedades actuales fueron catalogadas somo sociedades anómicas. Anomia es un término adaptado del griego por Emile Durkheim, que define a una sociedad desintegrada, en la que no rigen normas de conducta, ni patrones de comportamiento para mantener a los miembros de la sociedad compartiendo estilos de convivencia. Esta desintegración, también estudiada hace muchos años por la sociología norteamerica, por Robert Merton, está concebida por los cortes entre los modelos de éxito y las posibilidades de lograr las personas –el éxito- mediante el trabajo. Se produce un corte estructural entre las aspiraciones de la mayoría de la población y las oportunidades y posibilidades de realizarlas. Ante estas situaciones las personas efectúan lo que Merton llamó “cortadas anómicas”, es decir que cada vez más gente renuncia a seguir caminos de progreso personal comunes en las sociedades bien constituidas, como trabajo, posibilidades de ahorro, honestidad, dedicación a las tareas, etc., para tomar otros caminos.

Estas cortadas anómicas son recurrentes en comportamientos como ira, enojo, decepciones, protestas, violencia social y política y también la evasión, aislarse despectivamente de la sociedad y de su política –en muchos caso estimuladas por drogas- o dedicarse a actividades sin sentido positivo. En otras palabras gambetear la situación, o utilizando el lenguaje actual, zafar. Las llamadas actividades de diversión como casinos, bingos, juegos de azar, premios, loterías son formas de ilusiones para zafar de ciertos dolores.

También existe otra forma de cortada anómica que es el comportamiento “ritualista o conformista» que deriva en indiferencia por lo que se hace, por el otro o la otra y actuar también displicentemente, generando climas de desinterés o de apatía social, que en las expresiones del lenguaje oral es: es como si…..

Política, estado, nación, democracia.

En los últimos tiempos no hubo una expresión más acabada que aquella que recomendó reconvertir el poder centralizador del Estado, que permitió el surgimiento de recetas que notificaban acerca de la necesidad de aplicar la descentralización en las administraciones públicas. Operación que también la produjo la empresa privada en Estados Unidos con el crack financiero del año 29. Sin embargo la descentralización se aplicó a la economía, a la salud, a la educación y sobre todo a la asistencia directa, que por la cesión de competencias a las provincias y a los municipios en las áreas de la política social servirían además para erradicar la pobreza. En realidad la descentralización fue también una herramienta usada al servicio de las privatizaciones, a la crisis fiscal del estado y para establecer ajustes especialmente en las áreas sociales.

El Estado conoció numerosas reformulaciones mediante la ideología de la globalización, de ser un estado- burocrático-autoritario en los años de la dictadura pasó a ser un estado gerente, a un estado regulador por el proceso de las privatizaciones aunque sin el funcionamiento acorde de los controles institucionales y a comienzos del año 2000 se intentará pasar a un estado solidario, para la defensa de los más débiles. El tipo ideal weberiano, el ideal de la burocracia ya no existe por obra y gracia de la búsqueda de la eficiencia. Rigidez versus flexibilidad son los polos de la dinámica de las organizaciones modernas, rapidez, racionalidad del gasto, velocidad de la decisión política. Esta racionalidad de la gestión presupone estructuras organizativas que ya no son piramidales, sino horizontales en las que se favorece el trabajo en equipos. Los nuevos vocablos que dicen de las acciones remiten a: calidad total, reingeniería de procesos, planeamiento estratégico, la coordinación en redes. La denominación de estado solidario para la defensa de los más débiles está señalando un cierto darwinismo social que siempre estuvo implícito en la ideología de la globalización Con esa denominación se está cuestionando la ineficiencia del estado liberal constituído alrededor de los valores de libertad y del individuo y también se está desconociendo la historia de las ideas, los pensamientos fértiles. Se está cuestionando al Estado de Bienestar basado en la igualdad y en lo colectivo y por los desastres ocurridos se está utilizando un lenguaje menos violento que no cuestiona al estado neoliberal, privatista, individualista y corrupto. Este será el Estado que iniciará el tercer milenio, que propondrá la defensa de los más débiles e intentará calmar las asimetrías sociales mediante la lucha contra la pobreza, las desigualdades sociales y las exclusiones, que dice que tendrá en cuenta las políticas de seguridad urbana o como suele llamarse hoy en día a la seguridad ciudadana. §

Sin embargo la ortodoxia de la globalización no entiende de humanismos ni de solidaridades, aunque en el último año del siglo haya utilizado esas palabras porque como se expresó anteriormente el neoliberalismo no entiende de democracias, ya que fue creado para los vencedores y no para los votantes. La globalización no entiende de los sufrimientos humanos porque dejó atrás las relaciones sociales y disolvió la resistencia a la explotación capitalista y porque entró para quedarse durante muchos años. En realidad se rehacen pérdidas como la de los valores democrático liberales pero trasnacionalizando a los estados nacionales. De esta manera se sugiere un seguro sobre los ciudadanos del mundo aunque los ciudadanos sean solamente factores de la producción en tanto mercancías asalariadas. Bajo el principio de la competencia y de la maximización del valor de las acciones, el neoliberalismo se presenta como justamente violento. Por eso es que la resistencia a la globalización no ha tenido efectos, la violencia, la opresión, encuentra a los grupos oprimidos sin condiciones para establecer cambios. De allí que se haya escuchado y leído expresiones de reestructuración sobre los quehaceres de la gente en los márgenes. Una de las formas de lectura sobre las respuestas hacia la violencia de las exclusiones fue la expresión: estrategias de sobrevivencia, especialmente para las mujeres. La gente más pobre no hace otra cosa que adaptarse desesperadamente a las condiciones adversas a través de estrategias de existencia, pero aún así fracasan. Nada se aclara acerca de la violencia que supone en las relaciones sociales de vida, esas estrategias. Los contenidos implícitos son: la sobrevivencia de los más aptos. De esta manera la ideología de la globalización aplica en las relaciones sociales el darwinismo social más sofisticado porque instauró un nuevo orden moral.

Fukuyama llama a esta recomposición, una gran reconstrucción moral. En su nuevo libro La gran ruptura [4] dice que las sociedades industriales dejaron de existir para convertirse en sociedades de la información y que las naciones ricas sufrieron quiebres en sus valores. Fueron las democracias liberales las que originaron esos quiebres con la declinación de las instituciones de parentesco, los crímenes, el bajo número de matrimonios y nacimientos, la pérdida de fe en las instituciones y la reducción del radio de confianza o la tendencia de la gente a relacionarse en grupos pequeños. Dice Fukuyama volviendo a instaurar la terminología vigente en el siglo XIX : nuestros instintos más básicos nos impulsan a crear reglas morales que nos unen en comunidades y a promover la cooperación…en las sociedades de la información, ni los gobiernos ni las coorporaciones van a depender exclusivamente de reglas burocráticas y formales, van a descentralizar el poder y descansar en la gente, que se autoorganizará. Para América Latina las proyecciones de Fukuyama es que nada cambiará hasta tanto no se realicen las asociaciones entre la cultura formal con la informal, y por informal el autor entiende las asociaciones privadas, o lo que hoy parece estar en el tapete de la modernización, la sociedad civil. También el concepto de sociedad civil deberá ser revisado por la vocación de imponer condiciones relacionadas a la reproducción del capital en el sistema político. El totalitarismo de la sociedad civil como reemplanzante de la tarea del estado-nación en las democracias imperfectas, no da lugar a una democracia de mayor nivel sino por el contrario, a la continuidad de una democracia encorvada o de baja intensidad manejada por el desarrollo socio político del mercado y ésta es una estrategia más de la concepción neoliberal globalizante del gran capital.

Este darwinismo social que posee numerosas aristas, justifica las relaciones patriarcales de dominación y la sobrevivencia de los más aptos produce la estructura de oportunidades para la relación jerarquizada entre varones y mujeres. Ciudadanos y ciudadanas lo son en tanto compartan la ciudadanía por la productividad, sus derechos se deberán acomodar a los valores transnacionales de la productividad. Es un appartheid de condiciones globales que impone las reglas del apartheid a la población a fin que resulte exitosa la guerra económica. Ya no hay dignidades fuera de los factores de la producción, el capital en sí mismo se ha globalizado y está basado en la destreza científica expandiéndose más allá de las fronteras del estado-nación. Pensando en un ejemplo que recorre a todo el siglo XX es la relación entre deporte, política, nación y cultura. El deporte fue instrumentado por la mayor parte de los gobiernos quizás no sólo en este último siglo, antes también, pasando por los apartheid en variadas olimpíadas, los boicots y las expresiones acerca de la alegría de los pueblos en las competencias deportivas. Las identidades deportivas que a primera vista pueden pensarse como identidades nacionales fueron tomando un auge a medida que las prácticas deportivas subieron las divisas de jugadores y clubes, grupos multinacionales, grupos políticos insertándose en los clubes deportivos, mafias, etc. El hecho es que los lenguajes de la comercialización que la opinión pública admite son los relativos a los precios que se ponen a los jugadores de football, (ejemplo que es más importante para la Argentina, pero que se repite para el resto de las actividades deportivas de competencias internacionales). La mercancía humana permite la capitalización de grupos de individuos ligados a todo tipo de corruptelas, sin embargo estas transacciones no sufren ningún tipo de sanción, por el contrario son estimuladas a partir de concepciones que refuerzan las concepciones de las emotividades de las multitudes, el ejercicio de la pasión por sobre la razón.

Al concepto de Estado que se lo entiende en términos de soberanía nacional, ejercida en un territorio determinado y en relación a un pueblo, con la administración del espacio público incluyendo a la población que vive en ese espacio reconoce la relación con la sociedad. Para la ideología globalizante y de la violencia, el estado es sólo de competencia. De esta forma el capital es la sociedad. Esta forma de entender la relación entre estado y sociedad ignora las relaciones de producción definidas y contradictorias, la sociedad capitalista y constituída a través del proceso de lucha de clases. La conformación del estado-nación en la Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX estuvo basado en una economía de mercado. Estado y acumulación del capital, con el aporte de las normas jurídicas que favorecieron la propiedad privada, fueron fundamentales para la conformación del estado nación. Pero era un estado que se daba la posibilidad de pensar y de intervenir en la sociedad, en todos los ámbitos que conformaban las reglas de juego a fines de ese siglo. La protesta instaurada contra el estado centralizador se instaló con violencia porque desarticuló la institucionalidad lograda y la armada a lo largo de todo el siglo XX entre estado y sociedad. Por otra parte la constitución de aquel estado, denominado liberal, en el que intervinieron los socialistas con sus versiones reformistas, se fundamentó sobre la legalidad parlamentaria, el desarrollo de las organizaciones obreras, del cooperativismo libre, la aplicación de impuestos directos y progresivos a la riqueza y la nacionalización de los sectores claves de la economía, también puso en marcha políticas sociales en materia de salud, vivienda, protección a la vejez que se plasmaron de manera contundente en la década del cuarenta con la legislación peronista.

En la actual retirada del estado nación existe un marco legal diferente al que usó el liberalismo económico. Esa relación con la sociedad está derivada por una subsunción de todos los aspectos sociales de la vida humana provocadas por la competencia del mercado. Esto no significa la crisis de la democracia de masas, sino su tergiversación. Esta última está basada en la formación de un Estado fuerte y activo dentro de la globalización que está destinado a buscar en su territorio las mejores ofertas de inversión de capital, incluso dentro de su territorio, el estado debe movilizar sus recursos para que el capital global prefiera ciertas localizaciones en vez de otras, de manera de dictar las políticas regionales.

El desarrollo social siempre fue un derivado del desarrollo económico. Sociedad y estado están sometidas a la democracia, por ello no implica que hayan dejado de existir las clases sociales y las conflictividades subyacentes entre ellas. Aunque se reconocen intereses sectoriales complejos y cambiantes se le asigna al Estado ocuparse de los pobres, de los indigentes, o de las desgracias individuales que le tocan a la gente. La impotencia ante las situaciones del mal y del dolor posee varios nombres, que el estado está sobre burocratizado, que es torpe, que está sobreexpandido, que posee secuelas de estancamiento, que produce inflación, grandes déficit fiscales, subempleo, desempleo. Lo social, léase la salud, la seguridad, la educación son factores condicionantes del desarrollo económico. Entonces aparecen las concepciones sesgadas tales como: “Sólo las poblaciones con niveles altos y generalizados que poseen educación y cultura poseen los comportamientos que favorecen el progreso de las democracias constitucionales y capitalistas contemporáneas.” [5]

Ahora el modelo global presenta fisuras, las predicciones hechas en el pasado sobre la desaparición del estado nacional resultan infundadas, ahora opinan en Yale: Geoffrey Garrett del Massachussetst Institute of Technology (MIT), los países industrializados escaparon de las presiones de la globalización, los gobiernos intervencionistas no fueron invariablemente afectados por la fuga de capitales. Por eso piensa el autor, en las condiciones actuales, los gobiernos pueden expandir la economía pública, incluso aumentando los impuestos al capital, sin afectar la competitividad de la economía ni provocar una huida masiva de empresas multinacionales. Esto se debe, según el autor, a que con el gasto público los gobiernos suministran bienes colectivos de importancia económica que ayuda a las empresas a incrementar su productividad. [6]

El movimiento corporativo en coalición con las tecnocracias modernizantes del estado ahora privatizado y con propósitos oscuros, incluye los negocios en toda investigación para superar los estados de condicionamiento y llegar a la inclusión globalizante. La nueva virtud de la ética es la adscripción a la teoría de los sistemas complejos condenando el pensamiento obsoleto. El progreso, palabra mal vista y estigmatizada a la generación del 80, a los pensadores positivistas del siglo pasado, es caminar bajo el signo del neoliberalismo. El orden actual promete premios para los que sufren la transición con una estabilidad y bonanzas sin aclarar qué tipo de disposiciones habrá que efectuar para la contínua subvaluación de los salarios y ataques serpenteados a los derechos humanos. Es evidente que la ansiada democracia llegó a fines del actual siglo aquejada por numerosos problemas, pertrechada por la invasión de avances tecnológicos, por los mundos de la cibernética y de la informática. Avances que llegaron a unos pocos. La democracia parece que se mantiene y se estabiliza cuando el régimen se hace eficaz, cuando la economía se muestra sólida. Entonces parece que lo que vendrá será democracia eficaz cuando pueda solucionar problemas rápidamente. Entre los supuestos de la representación, en lo que hace al comportamiento de los sujetos las ideas permanecen muy vagas por las visiones globalizantes. ¿A quién debe el mandato de la representación el diputado o la diputada, al partido, al bloque, o a quienes lo votaron?. La clarificación del pluripartidismo con los límites sobre cómo es el actuar del parlamento, más la incidencia de los grupos de interés, o lo que en expresiones actuales se conoce como hacer lobbies con el mundo de las multinacionales, forma parte de la des ideologización del final de siglo. Y parece haber sido una simple ilusión el reclamar participación en la década de los noventa por parte de la ciudadanía. La política de opiniones primarias televisiva no da lugar a una mayor socialización cultural de la población, los partidos políticos se han tornado meras máquinas electorales por lo que las decisiones de envergadura no son consultadas a la hora de los compromisos. Resulta por tanto contradictorio escuchar las propuestas de cambio cuando las decisiones se realizan en defensa de intereses en vez de defensa de ideas. A pesar de las reformas constitucionales del 94, en Argentina, las participaciones directas y semidirectas no han entrado en funcionamiento aún.

Se declararon finalizados y estancos a los estados nacionales y culturales con la consiguiente pérdida de identidad de los sujetos. El pensamiento único declara la armonía en un espacio totalitario, de inestabilidad y de incongruencias. El llamado al reemplazo por la identidad globalizante no es exclusivamente un discurso, sino algo socialmente efectivo. La subasta y adjudicaciones a favor de las transnacionales y de las elites de apoyo alimentan el nuevo momento económico, político y social. Las corrupciones, comportamientos recurrentes de las clientelas domesticadas, dicen transitar por una nueva identidad. En el Tercer Mundo esta desarticulación urbana produce el caos en las clases medias y bajas, ya que las primeras perdieron la idea de proyecto, algunos se asilan en los medios tecnocráticos mientras otros devalúan sus vidas en una pauperización creciente. El proletariado readapta sus condiciones de marginación conjuntamente a un complicado movimiento de migraciones y mecanismos de defensa con cuotas de sacrificio.

El imaginario social del nuevo mensaje evangelizador es que se han borrado las fronteras nacionales y por lo tanto ha perdido vigencia el derecho de los pueblos a ejercer su soberanía con relación al control sobre su patrimonio cultural. Y por patrimonio cultural hay que entender no sólo recursos materiales a ser reciclados, territorios, sino lenguas, organización social, conocimientos creencias, lealtades, manutención de grupos, incluso creencias en tradiciones y valores hasta chauvinistas. Una percepción totalizante ligada a la conquista de América y a la formación de los estados nacionales americanos que negó la plurietnicidad y diversidad cultural de lo americano, incluso de la autonomía indígena. El reemplazo del término nación por el de mercado mundial confunde globalización con integración y América Latina queda convertida en una de las regiones más atrasadas del planeta. Queda desvirtuada la construcción de la americanidad que construida sobre la participación tardía del proceso civilizatorio, fue producto del mestizaje, de la hispanidad, del de ser indios y el de convertir a la cultura europea en la cimiente de una liberación. Basada en las diferencias, más en las tragedias que en los éxitos a semejanza de la América del Norte, la integración de la América del Sur se sostiene hoy en día sobre los aislamientos. La competencia exacerbada como Credo religioso, muestra el aislacionismo de los países a diferencia de lo que realizó Europa con la Unión Europea. El panamericanismo de contenido anglosajón deja pendiente los hechos históricos y divide a la región latinoamericana con conflictos marcados por la desigualdad, la gobernabilidad, la democracia y la violencia producto de la mercantilización de la actuación de las mafias, drogas, el negocio de la prostitución, lavado de dinero, etc. Este fracaso occidental que erosiona la cosa pública no hace desaparecer las identidades, ni el apego a las instituciones, que constantemente a partir de la democratización en los años ochenta tienden a ser renovadas, sino que multiplican las reacciones violentas. La insensibilidad sobre las diversidades culturales y también la necesidad por encontrar nuevos chivos expiatorios sobre las desventuras humanas hace crecer las reacciones xenófobas. Esa imitación sobre los comportamientos pragmáticos tan exitosos para la América del Norte, sobre los pensamientos de las potencias Occidentales trae aparejado la fragmentación cultural, que se expresan de diferente manera por antagonismos sociales basados en el racismo, en el sexismo, o en nacionalismos.

A pesar de las visiones pesimistas el estado nacional permanece como posibilidad de renovación democrática ya que el neoliberalismo fracasó en la movilización global por el acuerdo social y la sumisión a la política del apartheid, y/o el de la violencia. El reformismo radical incluye hoy en día políticas y luchas institucionales y extra institucionales, este reformismo social aún puede ser encarado por algunos partidos políticos que pueden plantear formas de creación del control político y reformar el marco social y político dentro del cual la acumulación capitalista pueda desplegarse. Entre las reformas se encuentran las estructuras institucionales que vigilan la explotación del trabajo.

El pensamiento universal que incluso proclama los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos y que es cada vez más ratificado por las cartas magnas de los países, están muy lejos de ser cumplidos y de ponerse en práctica, a pesar de las declaraciones oficiales. Fundamentalismos de diferente tenor se multiplican y levantan al comienzo del nuevo siglo. Mientras que la Iglesia Católica, la imperante en la región del sur de América se torna cada vez más estructurada y pierde fieles por doquier, se multiplican las sectas religiosas y las creencias conducidos por gurúes budistas, hinduistas y de congregaciones evangélicas que prometen salvaciones en esta tierra y no en el cielo. El seguimiento por ese tipo de creencias cruza a las clases sociales y el desinterés por la preocupación por el otro y la otra, es la nueva geografía cultural con el que comienza el tercer milenio.

El fracaso del pensamiento único, así como el de la posmodernidad muestra que la convergencia de los valores ha desaparecido. Que la ética es sólo ética para los unos pero no para los otros. También el término democracia sufrió adjetivaciones en las dos últimas décadas. Se le adjuntó los términos de desconcierto y de la desesperanza. Entonces se crearon nuevos calificativos como democracias de baja intensidad, democracias delegativas, democracias electorales poco gobernables, democracias imperfectas, democracias inmaduras, democracias limitadas. El rasgo común es los efectos sobre las desigualdades sociales como las dificultades de los sistemas económicos, las corrupciones, el vanaglorio sobre el poder, las licencias en los modos de vida de los satélites del poder y los lenguajes sobre los despropósitos en el manejo de la cosa pública. Con estas bifurcaciones se asientan los medios de comunicación y los escenarios de la publicidad, de las contínuas denuncias, delaciones sobre evasiones fiscales y fastuosidades de la vida privada de gobernantes y clientelas que no hacen más que publicitar la bipolaridad social.

El fracaso del pensamiento único comenzó a sucumbir porque no tuvo, ni tiene sueños. Porque descreyó de la idea de progreso con el que el liberalismo y los hacedores de ideas y de hechos construyeron a este país. Porque no tuvo ni tiene proposiciones para disolver la desigualdad; no tiene ni tuvo vanguardias; porque no tiene ni tuvo exaltadores de la democracia representativa, ni del pensamiento revolucionario. Nació como lo que se conoce como pensamiento light, es decir, ligero, insustancial, sonso. Porque los albores de este totalitarismo declaró inconsistente a lo creado anteriormente y propuso sólo el vacío sostenido por dogmatismos. Porque creyó que no existía ni centros ni periferia, sólo fragmentaciones, disonancias erráticas y cayó en sus propias contradicciones erráticas. Porque la fascinación por la rapidez sin conocimiento produce servilismos, desorientaciones, pasiones que sucumben en violencias. Porque descreyó de la autonomía y favoreció el repliegue de las personas. Porque descreyó de las concenpciones de sentido, de humanidad, de verdad, de representación. Porque exacerbó los sentidos no para el conocimiento sino para lo frugal, para el pasatismo, para lo inmediato. Porque presentó ideas mensurables, apocalípticas,violentas, simplistas en un escenario compuesto por personas complejas.

BIBLIOGRAFÍA
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– Beinstein, Jorge: La Declinación de la Economía global. De la postergación de la crisis a la crisis general de la globalización. Colección cuadernos sociales. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. 1999.

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– Bonefeld; Werner: Las Políticas de la Globalización: Ideología y Crítica. 1999.

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– García Morales, Federico: Identidad y Globalización. Las alternativas en un mundo en crisis. Diciembre 1997.

– García Morales, Federico: Los Mitos de la Globalización. 1998.

– George, Susan: BREVE HISTORIA DEL NEOLIBERALISMO: veinte años de economía de elite y las oportunidades emergentes para un cambio estructural. octubre de 1999.

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– KAIROS- Año 1, Nº 1 2do. Semestre 97 –ISSN 0329-336: Yannuzzi, María de los Angeles: La crisis del Estado Nación. Algunas reflexiones teóricas.

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– Zea, Leopoldo: Problemas de identidad e integración en latinoamérica. En Cuadernos Americanos. México, nº 29, septiembre. Octubre 1991.

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* Socióloga. Documento elaborado en el marco de la Cátedrea Abierta Globalización y Crisis, dirigida por el Dr. Jorge Beinstein en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Secretaría de Extensión Universitaria.

[1] Heller, Agnes: Sociología de la vida cotidiana. Ediciones Península. Barcelona. 1977.

[2] Friedman, Thomas L.: La cuestión del software y hardware. Diario La Nación, sección Enfoques. 7/11/99.

[3] Tornhill, John: Radiografía del nuevo capitalismo ruso. En Diario Clarín, sección Economía 7/11/99.

§ Un darwinismo social solapado fue enunciado por Margaret Thatcher que en uno de sus discursos dijera: “Es nuestra función glorificarnos en la desigualdad y velar que a los talentos y las habilidades se les sea dado una salida y expresión para el beneficio de todos nosotros”. En George, Susan: Breve historia del neoliberalismo: veinte años de economia de elite y las oportunidades emergentes para un cambio estructural. Conferencia sobre Soberanía Económica en un Mundo Globalizado. Bangkok, marzo 24,26/1999. http://www.millennium-round.org/.

[4] Fukuyama, Francis: La gran ruptura. Atlántida. Buenos Aires. 1999.

[5] Murphy, Ricardo López: Desarrollo económico y Estado de bienestar. En diario La Nación, 23/7/99.

[6] Sevares, Julio: Fisuras del modelo global. En diario Clarín. Sección Economía. 3/10/99.

Globalización, cultura, lenguajes y violencia. Pensando en y desde Argentina.

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