El 16 de enero el diario La Nación nos informa que un grupo de inquietos psiquiatras investigadores ha comprobado que en el Hospital Alvear en el año 2000 realizaron casi el doble de auxilios que en el 1998. También que se multiplicó por tres el número de camas supernumerarias anuales. ¿Cuál fue el principal motivo de las urgencias? : el intento de suicidio.

Antes eran más las mujeres las que consultaban, ahora son más hombres desesperados por no tener trabajo y que se van a las vías del tren. Hay mas situaciones de violencia en auxilios, autoagresión ó agresión a los profesionales, consumo de sustancias y alcohol.

Sabemos que la depresión y la desesperanza anteceden al suicidio y a su vez pueden ser efecto del quebranto no sólo por razones individuales sino también sociales y económicas.

En el diario Clarín del 22 de enero, una nota que da cuenta del importante incremento de consultas por cefaleas, gastritis, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, etc., como un fenómeno generalizado, convirtiéndose en un riesgo de la salud pública. Ni que hablar de los trastornos por ansiedad, en franco aumento.

La realidad actual infiltra insidiosamente vivencias depresógenas y melancolizantes ó autosaboteadoras por alguna de las vías que describiré:

1-Hay una oferta invisible, pero no por eso menos eficaz, de una imagen devaluada de los ciudadanos:

a-No deciden sobre sí ni sobre sus bienes ganados con su trabajo, privados de realizar sus proyectos, (sus bienes ya no son privados de ellos, ellos están privados de usarlos, lo privado aquí es la privación)

b- Están y han estado privados de incidir en las decisiones de los elencos gobernantes a no ser por votos a programas que los candidatos no cumplieron.

c-Burlados y privados de sus recursos, sin un Estado mínimamente protector para hacer cumplir las reglas de juego establecidas, no sólo por la inconsistencia de los gobernantes sino por el claro control remoto del poder central de las multinacionales, los sujetos pasan a sentirse como de poca monta, insignificantes, ni dueños de su país ni de su gobierno… y ahora ni de su patrimonio.

Pasan a sentir que no sólo su moneda está devaluada y cautiva sino ellos también en su valor de ciudadanos y personas: perplejos, vacíos, extrañados, desesperanzados, inexistentes.

d- Converge en este sentir la precarización laboral ó el desempleo franco( una de cada 5 personas en condición laboral no tiene trabajo),

e-y la visión de personas, de semejantes, que en la calle, a toda hora buscan alimentarse de los desechos y limosnas de otras y/o duermen a la intemperie, en lo que fueron románticas plazas de antaño, como un destino posible e injuriante de la condición humana.

2-Si las personas son:

  • a- descartables en su capacidad laboral por el desempleo (sabemos la contribución fundante de la ocupación para la identidad y la construcción de la subjetividad)
  • b- burladas en su capacidad de disponer de sus medios y
  • c- desamparadas y descuidadas por un estado desprotector, variable y dependiente de otros intereses,
  • d- fácilmente pueden identificarse con una imagen desvalorizada, insuficiente y devaluada de sus condiciones de persona y ciudadano: esto es depresógeno, la integridad yoica se ve amenazada y hay un alto riesgo de caer en déficit de autoestima, impotencia y finalmente desesperanza y depresión. ( ó sus equivalentes somáticos)

3-He notado que cada vez más hay también una tendencia a volcar al seno de los vínculos más cercanos esa frustración, a través de la rabia, impotencia e irritabilidad, dañando a quien se quiere y/ó se necesita( violencia familiar, abuso hacia niños y ancianos, agresión hacia los médicos de las emergencias, como se mencionó antes, etc.) Es el sello de lo traumático de las vivencias: replicar activamente lo que se padece pasivamente.

4-El descuido, el escepticismo, el “ ma´ si”, la sensación de irrisión y trivialidad de lo que se hace, ya que su valoración es tan contingente por la debacle de los valores monetarios y éticos. El dinero regula vínculos de intercambio de producción laboral y al despeñarse fragiliza esos vínculos que quedan librados a una regulación precaria y azarosa. Es muy inquietante que las reglas sean móviles y arbitrarias: hace añorar a algunos un orden rígido y costoso. Ya sabemos: la seguridad es inversamente proporcional a la libertad, pero si la seguridad es muy escasa, la libertad también deviene escasa por la zozobra y la incertidumbre.

¿Cómo podemos incidir en la PREVENCIÓN de los precursores de la depresión y de los variados síntomas somáticos que la acompañan ó la preceden?

 

1-  Por de pronto la espontánea defensa de los ciudadanos de unirse a través del sonido de las cacerolas (vacías…)y aunarse en la manifestación masiva de su desacuerdo (identificación recíproca en torno a una causa común, que contrarresta la identificación devaluante). El afrontamiento activo es un antídoto a la baja autoestima, y un primer paso.

  • 2- Para el establecimiento de redes: estas nacen en el reconocimiento, colaboración y cooperación con los otros, al decir del Dr. Mario Róvere y devienen en fuente de productividad desalienante y de salud.
  • 3- Debemos los trabajadores de salud alertar a las personas de la tendencia a dañar el capital afectivo, fruto de la frustración y a veces de la desesperación.

Cuidar más que nunca nuestro capital amoroso con nuestros seres queridos y nuestros semejantes con los que interdependemos y a cuyo camino estamos ligados.

  • 4- Activemos en nosotros mismos y en nuestros pacientes y en la población toda, la ética del cuidado, cuidado hacia el más débil, hacia el más desamparado y también hacia los aspectos débiles y desvalidos que resuenan en cada uno de nosotros.
  • 5- De lo contrario es muy grande la tentación de destruirlos y soslayarlos a través de la violencia, que mientras dura da ilusión da fortaleza y dominio… a costa del otro.

 

No compensar la pérdida de poder personal agrediendo ó violentando a los demás.

Los afectos de y hacia nuestros seres queridos son un capital fundante de nuestra identidad.

6-     Es necesario y posible hacer prevención a través de alertar de no identificarse con esa imagen devaluada que el medio social devuelve implícitamente:

“no tenés=no sos”, “ tenés poco=sos poco”, estás a merced de fuerzas ajenas que no tienen rostro: transnacional, mercado, finanzas”.

7- Reunirse para pensar y dialogar con pares en cada lugar de pertenencia, es el medio para reforzar las redes, elaborar líneas de conducta, incrementar la solidaridad y contrarrestar la crisis de devaluación personal y social de la que somos objeto.

 

* Presidenta del Capítulo de Psiquiatría Preventiva de APSA

Miembro Titular Didacta de APA

 

Dra. Elsa Wolfberg

Las personas: ¿somos devaluables? Como lidiar con la desesperanza en tiempos de crisis, sin morir en el intento

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