Graciela Castro[1]

 INTRODUCCIÓN

La vida cotidiana es el espacio en el que cual las personas construyen su subjetividad y la identidad social. Cada uno de los ámbitos que integran ese espacio puede ser modificado ante los estímulos que provienen del contexto sociocultural. La evolución del desarrollo tecnológico producido en las últimas décadas, y en particular en la Argentina a partir del año 1990 y en adelante, impactó en la construcción de la cotidianidad y posibilitó establecer nuevos modos de interacción social.

En la sociedad informacional, el conocimiento y la información son los ejes fundamentales de la productividad y el poder. Las instituciones educativas deben responder a los requerimientos que plantea una sociedad con profundos cambios tecnológicos, culturales y sociales, estableciendo nuevas estrategias de aprendizaje, incorporando contenidos teóricos y dinamizando el sistema educativo en general. El conocimiento deja de ser acumulativo y su distribución puede lograrse a través de diversas vías que no sólo incluyen los libros impresos o cursos en una dimensión cara a cara sino también deben considerarse otros mecanismos como las comunidades virtuales, los portales de Internet, el hipertexto, entre otros.

A pesar de los clivajes económicos y políticos ocurridos en las últimas décadas, la Universidad continúa siendo un centro importante para el desarrollo y difusión del conocimiento. El papel de la Universidad en la Argentina puede ser analizado a partir de dos enfoques sociopolíticos: desde la mirada de los proyectos neoliberales o desde los proyectos de democratización de las sociedades. Cada uno de estos enfoques identifica claramente cuál es la función que corresponde a las instituciones de enseñanza superior y a los actores sociales que las integran.

En la sociedad informacional las universidades tienen que desarrollar un perfil que responda a las necesidades y expectativas de la población. El uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en las universidades, brinda la posibilidad de acceder al conocimiento de modo rápido y dinámico y al mismo tiempo facilita la comunicación entre los diversos centros académicos, tanto nacionales como internacionales. Sin embargo la incorporación de las TIC en las prácticas de los universitarios plantea cambios actitudinales en los cuales la influencia de los factores psicosociales de los usuarios condiciona la utilización de los recursos tecnológicos.

La inclusión de la vida cotidiana, como categoría de análisis, permite acceder al conocimiento de los microespacios sociales y conocer y analizar cuál ha sido el impacto de las TIC en la construcción de las relaciones interpersonales y en la subjetividad de los usuarios.

A partir del año 1999 inicié una investigación en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales (FICES) en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), en la Argentina, con la finalidad de analizar el impacto de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la vida cotidiana de los universitarios[2].

Sus objetivos generales fueron: analizar los comportamientos de los usuarios universitarios ante las tecnologías de información y comunicación; conocer e identificar aspectos psicosociales de los usuarios, como también las modalidades de acceso a su uso y actualización.

Se analizó el impacto de las tecnologías de información y comunicación (TIC) sobre la productividad laboral y la vida social de los usuarios, y en especial el estudio de la formación de redes sociales sostenidas por informática, tanto en el interior del universo estudiado (FICES) como en la relación que se sostiene con el mundo exterior.

En esta ponencia se brinda un informe preliminar de la investigación dedicando su atención en el aspecto psicosocial de los usuarios.

 

La vida cotidiana en la sociedad de la información

La incorporación de la vida cotidiana como categoría de análisis en las ciencias sociales presenta un particular interés, ya que su abordaje posibilita acceder al conocimiento de los microespacios sociales y de las redes de relaciones que en ellos se desarrollan.

Desde la mirada histórica que realiza Alvin Goulder, pasando por los escritos de autores marxistas como Lefebvre, Lukács y Kosic, el concepto de vida cotidiana fue adquiriendo importancia en el análisis científico, pero el estudio que realizó Agnes Heller (1987) marcó una instancia fundamental, al colocar el concepto en cuestión como el centro de la historia  y señalar que “el hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad, de su personalidad”.

En esta investigación se define a la vida cotidiana como un espacio que atravesado por variables externas e internas, es la esfera donde el hombre construye su subjetividad y la identidad social (Castro, G: 1997). Una de sus características esenciales se refiere al dinamismo en su construcción y a la influencia que tienen aspectos que provienen de condiciones externas al individuo: factores socioeconómicos, políticos y culturales. En ese espacio el hombre conforma su subjetividad, esto es, el proceso de construcción del propio yo, que según Castoriadis (1990) es un proyecto social histórico que implica una creación incesante de significaciones del mundo y de la sociedad y sobrepasa la intersubjetividad: pone en juego la autonomía psíquica de la persona y la existencia de pluralidades sociales con las normas y valores que son reflejo de cada etapa histórica. La subjetividad debe ser creada y mantenida habitualmente por el individuo.

La identidad social se entiende como los modos de responder y actuar que se construyen a partir de las instituciones dominantes y que el individuo incorpora como propios. Las instituciones dominantes son sistemas abstractos que se objetivan en determinadas organizaciones – familia, educacionales, religiosas- y son atravesadas por las normas, valores y representaciones que derivan de aquellas, y dejan su sello en los modos de actuar y pensar de cada hombre. Estas estructuras sociales internalizadas constituyen el habitus. Esta categoría se define como el producto de la historia colectiva que se deposita en los cuerpos y las cosas, manifestándose a través de los modos de pensar, sentir, percibir, valorar y actuar; en él se generan las prácticas sociales y las percepciones propias y de los demás. El habitus es al mismo tiempo historia individual y colectiva (Gutiérrez, A. 1995)

Ambas instancias, la subjetividad y la identidad social, comparten una esfera común de construcción: la vida cotidiana que se manifiesta en los siguientes ámbitos de heterogeneidad: a) laboral; b) familiar; c) cultural; d) sociedad civil; e) personal (Castro, G.1997) Estos ámbitos se interrelacionan, de modo  que una alteración o modificación en alguno de ellos impactará en la organización y desarrollo de los otros.

La introducción de las tecnologías de información y comunicación plantea nuevos modos de relación que inciden en la forma que las personas sienten y piensan, como así también en la construcción de la vida cotidiana.

En cuanto a los modos de relación se señalan dos instancias: a) la relación de la persona con su computadora y con las redes  sostenidas por la tecnología informática; b)  las relaciones interpersonales. Respecto a lo primero es pertinente la afirmación de Sherry Turkle (1997): “Los ordenadores no sólo hacen cosas para nosotros, sino que hacen cosas con nosotros, incluyendo a nuestros modos de pensar sobre nosotros mismos y otras personas” y referido al segundo punto, también recurriendo a la citada cientista: “…Muchas de las instituciones que solían reunir a las personas –la calle principal, el vestíbulo de un sindicato, un encuentro popular- ya no funcionan como antes. Muchas personas pasan la mayor parte del día solas ante la pantalla de un televisor o de un ordenador».

La incorporación de la cultura informática en la cotidianidad permite analizar el vínculo que la persona puede establecer con la computadora. Apelando una vez más a Sherry Turkle, se diferencian tres tipos de vínculos o ligazones que median la relación “persona-computadora”: a) como herramienta; b) como un espejo y c) como una fuga a un mundo a través de la pantalla.

En esta investigación cada uno de los tres tipos de vínculos se entiende de la siguiente manera:

  1. a) Como herramienta: Se establece una relación práctica con la computadora; el interés no está en la preocupación por la tecnología sino por las aplicaciones de los recursos en la cotidianidad del usuario.
  2. b) Como un espejo: Los recursos tecnológicos son interpretados como un reflejo de lo humano y se proyecta sobre ellos las características, los intereses y motivaciones del propio yo.
  3. c) Como fuga a un mundo a través de la pantalla: A través de la computadora las personas pueden explorar juegos de simulación o conectarse a comunidades donde encuentra relaciones virtuales; en esta ligazón con los recursos tecnológicos se buscan situaciones que cambien los modos de pensar o influyan en la vida de relación de las personas.

¿ Cómo incide la incorporación de estas nuevas tecnologías en las relaciones sociales? Susana Finquelievich (1998) señala: A medida que la red electrónica crece, mientras más redes tejemos en la ciudad “virtual” así como en la ciudad física, se redefinen categorías como el espacio, la identidad personal y la subjetividad”.

 

El tiempo y el espacio

Las dimensiones fundamentales de la vida humana son el espacio y el tiempo.  A lo largo de la historia de la humanidad estas dimensiones afectaron la manera de construir la cotidianidad. En la sociedad de la información, el espacio y el tiempo presentan características diferentes: lo local se desprende del significado geográfico y el tiempo no se articula de modo lineal ni cronológico.

Una de las características de la cultura de la sociedad de la información es que las relaciones sociales se despegan de sus ámbitos de interacción locales; esto plantea una re-interpretación de la noción de lugar antropológico que supere un límite territorial determinado. En la última década, los nuevos recursos tecnológicos han incorporado otras características en las prácticas sociales y el espacio, al superar el enclave geográfico, también afecta las relaciones interpersonales, tornándolas más impersonales o más intimistas. En cuanto al tiempo, tanto el pasado, como el presente y el futuro pueden reprogramarse e interactuar mutuamente. Las tecnologías de comunicación permiten superar las barreras temporales y geográficas proporcionando inmediatez en las comunicaciones. Cada espectador/ interactor puede dentro de un mismo canal de comunicación, mezclar los tiempos a partir de sus necesidades e intereses. De esta manera los cimientos materiales de la nueva cultura se basan en el espacio de los flujos y el tiempo atemporal (Castells, M:1999)

Al igual que el espacio de los flujos el tiempo atemporal no deja de lado la experiencia temporal en la sociedad. La mayoría de las personas sigue organizando sus actividades alrededor del tiempo biológico y cronológico. Sin embargo, tanto las actividades dominantes como los grupos sociales dominantes tienden a evolucionar alrededor del tiempo atemporal, que resulta de la combinación entre la comprensión del tiempo y la secuencia de las prácticas sociales (Castells, M: 2000) El tiempo atemporal es la forma dominante en que emerge el tiempo social en la sociedad red y una estructura social basada en redes es un sistema dinámico y abierto capaz de innovarse sin amenazar el equilibrio. La sociedad red significa un cambio cualitativo en la experiencia humana (Castells, M: 1999) Junto a la globalización de las actividades económicas, la sociedad red se caracteriza por una cultura de la virtualidad real y una transformación de los aspectos esenciales de la vida humana: el espacio y el tiempo. Los actores sociales deben construir la subjetividad y la identidad social en un contexto marcado por relaciones socioculturales diferentes. El otro, cuya ausencia física es habitual, ¿cómo influirá en la construcción de los elementos centrales de la vida cotidiana?        

 

Elementos  constitutivos de las relaciones sociales

La noción de intersubjetividad  como categoría teórica se refiere a los aspectos que provienen de un mundo compartido, experimentado e interpretado por otros y que actúan en la construcción de la vida cotidiana: ¿de dónde surge la interpretación de los aspectos que integran la realidad social? Dos conceptos teóricos ayudan a la explicación: la institución y el imaginario.

El hombre sólo existe en la sociedad y por la sociedad. Lo que mantiene unida a la sociedad es la institución, que en sentido amplio es definida como el conjunto de «normas, valores, lenguajes, herramientas, procedimientos y métodos de hacer frente a las cosas y de hacer las cosas» ( Castoriadis, C: 1994)

La institución de la sociedad está conformada por múltiples instituciones particulares que funcionan como un todo coherente. Hay una unidad en la institución de la sociedad que corresponde a la urdimbre de significaciones imaginarias sociales: «Llamo imaginarias a estas significaciones porque no corresponden a elementos «racionales» o «reales» y no quedan agotadas por referencia a dichos elementos, sino que están dadas por creación, y las llamo sociales porque sólo existen estando instituidos y siendo objeto de participación de un ente colectivo impersonal y anónimo» (Castoriadis, C: 1994) En esa urdimbre de significaciones se incluyen desde los dioses, nación, estado, ciudadano, mercancía, capital hombre, mujer, hijo, etc. Por consiguiente la sociedad es una construcción y su identidad es el mundo que ella crea.

Desde el comienzo el hombre vive un mundo intersubjetivo donde comparte con sus semejantes el mundo de la vida, el que en términos de la teoría schütziana significa que «nace en un mundo social, se encuentra con sus congéneres y da por sentada la existencia de éstos, sin cuestionarla, así como da por sentada la existencia de los objetos naturales que encuentra» (Schütz, A: 1993) En la vida cotidiana es importante tener en cuenta si la experiencia de los otros se realiza de modo directo o indirecto. En las relaciones cara a cara, el otro es vivenciado de manera directa: esto permite percibir la acción y las conductas no verbales que expresan las intenciones subjetivas del otro. La experiencia indirecta, por su parte, hace referencia a la relación que – en términos schützianos- corresponde a los contemporáneos. En la situación cara a cara el otro asume la condición de total realidad. Si bien las relaciones cara a cara son sumamente flexibles, en ellas inciden esquemas tipificadores que intervienen en la construcción de la percepción del otro.

Las expresiones humanas pueden objetivarse, expresarse en productos de la actividad humana, sirviendo como indicadores de procesos subjetivos. La producción humana de signos es un caso especial de objetivación, accesibles de modo objetivo más allá de las intenciones subjetivas. El lenguaje es el sistema de signos más importante de la sociedad humana. Aunque el lenguaje se origina en la relación cara a cara, se puede separar de ella transmitiéndose los significados a través de la escritura que se transforma en un sistema de signos de segundo grado y permite superar la situación cara a cara. A través de estos signos el lenguaje puede transformarse en depósito objetivo de significados y experiencias, preservarse a través del tiempo y transmitirse a otras generaciones (Berger, P; Luckmann, T: 1991) Con el paso de los años se fueron incorporando otros lenguajes a la comunicación: la imagen y los sonidos agregaron elementos que al tiempo que brindaban mayor información, también determinaron perfiles de los receptores de la comunicación.

Las relaciones sociales que se instauran en las instituciones de la modernidad reclaman la confianza como mediación esencial. Para confiar en el otro se debe partir de lograr la confianza individual, que se origina en el sentimiento de confianza básica que es la condición primordial para la elaboración de la identidad del yo como de la identidad de las demás personas. Mientras se crea que el otro continuará siendo el mismo – ya sea real o ficticio, pero sin variación- será posible la continuidad del vínculo. Se debe comenzar por demostrar el compromiso de asomarse con rasgos que correspondan a una identidad reconocible para el otro. En el centro de ese vínculo está la confianza como elemento movilizador de las relaciones sociales. En esta investigación se define a la confianza como la actitud de un individuo o grupo que permite establecer vinculaciones sociales sin que la ausencia física del interlocutor genere angustia o temor. Cada uno de los participantes del vínculo social, a partir de las propias características de personalidad, influye y es influido por el comportamiento del otro. El análisis de la intersubjetividad permite analizar el papel del otro y su incidencia en la construcción de la identidad social.

Analizar cuáles son los elementos psicosociales que se ponen en juego en la relación persona-computadora, implica considerar el papel de la percepción social y las actitudes. El concepto de percepción social se puede entender de tres modos: a) los efectos del medio sobre la percepción; b) la percepción de las personas; c) la percepción del medio ambiente. En la psicología social se distinguen las diferencias entre la percepción de los objetos y la percepción interpersonal. El medio ambiente físico y social influye sobre la selección y conceptualización de los estímulos. La percepción de la persona supone mecanismos particulares, tanto en la recepción como en el procesamiento de la información, al intervenir el mecanismo de interpretación cognoscitiva y la consecuente asignación de atributos a los objetos perceptuales.

Las actitudes son otro elemento incluido en el análisis psicosocial. Este tema ha sido central en el marco conceptual de la psicología social y su definición comprende el conjunto de respuestas que personas y grupos desarrollan frente a estímulos o situaciones. Las respuestas difieren a partir de la influencia del sistema de valores aprendidos en una cultura, como también de las características que presenta el campo cognitivo de cada persona. Desde la teoría psicosocial se acepta que las actitudes tienen tres componentes: a)cognitivo; b) afectivo; c) reaccional o volitivo. (Rosenberg: 1956; Katz: 1960) El primero hace referencia a los conocimientos que se tengan acerca del objeto actitudinal. El componente afectivo se refiere a la ligazón emocional que vincula la persona con el objeto. Finalmente, el componente reaccional supone la tendencia a actuar de determinada forma frente al objeto. De la multiplicidad de estímulos a los que se ve enfrentada la persona en su ambiente físico y social, sólo algunos se transforman en objetos actitudinales. La razón de la determinación y selección del objeto está vinculada con la relevancia que el estímulo puede tener para la persona en un momento particular de la relación.

Con la incorporación de las TIC en la vida cotidiana de las personas, los recursos tecnológicos son percibidos de modo diferente a otros objetos, ya que se le incorporan a ellas connotaciones simbólicas. La computadora no es un objeto más; no se trata sólo de la integración entre hardware y software. Los recursos tecnológicos son utilizados como un reflejo de lo humano, y más allá de las diferentes respuestas que brindan los usuarios en cuanto a los modos de percibir a las TIC y que resultan de las características individuales, es evidente el papel que juega la subjetividad en ese vínculo. «Los ordenadores no sólo hacen cosas para nosotros, sino que hacen cosas con nosotros, incluyendo a nuestros modos de pensar sobre nosotros mismos y otras personas» (Sherry Turkle 1997)

 

 

Sociedad de la información y Universidad

El desarrollo de la sociedad de la información (SI) ha impactado en todos los ámbitos de la cotidianidad, aunque presentó diferencias entre regiones y países a partir de las diversas modalidades de su inserción en las diferentes estructuras sociales. De ahí los impactos diferenciados sobre la cultura, la historia social y política de cada uno de ellos. Al hablar de sociedad de la información, se incluye en este concepto no sólo a las tecnologías, sino también –y fundamentalmente- a los procesos, las organizaciones y los actores sociales.

Existe una vinculación dialéctica entre la sociedad y la tecnología: así como la sociedad no determina la innovación tecnológica sino que la utiliza, tampoco la tecnología determina la sociedad sino que la plasma. De allí que al analizar cualquier hecho o cambio social sea preciso considerar las características socioculturales que establecen los elementos condicionantes de los modos de acción.

Entre la sociedad y las tecnologías existe una vinculación dialéctica. ¿Qué características identifican a la sociedad contemporánea? Los elementos que dan cuenta de tales características remiten a la interdependencia de los mercados; y los cambios sociales y culturales que se caracterizan por una deslegitimación de las instituciones y organizaciones sociales. El conocimiento es el recurso estratégico para el desarrollo. Estos aspectos permiten identificar a la sociedad contemporánea como global e informacional. Es global porque la producción, el consumo, la circulación y los componentes del proceso productivo están organizados en una red de vínculos entre los agentes económicos. Es informacional porque la productividad y la competitividad de los agentes económicos dependen de la capacidad para generar, procesar y aplicar la información basada en el conocimiento. La relación entre ambos conceptos está dada en la noción de red. La sociedad red se caracteriza por la globalización de la economía, la cultura de la virtualidad y la transformación de la concepción del espacio y el tiempo.

La sociedad de la información, junto a los medios de comunicación tradicionales, como la televisión y la radio, cuenta con redes de comunicación que se establecen en torno a Internet. Se conforman así las tecnologías de información y comunicación (TIC) las cuales en un sentido amplio- como sostiene Pablo Baumann (2000)- incluyen al teléfono y al fax entre otros; mientras que en sentido estricto se refiere a Internet y a los servicios que ella brinda: foros; correo electrónico; World Wide Web, listas de discusión, chat, etc.

La revolución de tecnología informática genera nuevos tipos de relaciones sociales. La comunicación mediada por computadora (CMC) posibilita la construcción de vínculos sociales: puede generar comunidades virtuales, establecer relaciones interpersonales diádicas o colectivas o convertirse en intermediarios de la sociedad civil.

A la denominación Tecnologías de la información y comunicación (TIC) en los últimos tiempos se la está suplantando por la de Tecnologías de la Sociedad de la Información (TSI. Susana Finquelievich (1999) explica que tal denominación no sólo incluye a las tecnologías «sino también a las organizaciones sociales que las utilizan, se las apropian y son modificadas por ellas y a los nuevos actores sociales que las determinan y son determinados por ellas».

La vinculación entre la ciencia y la cultura es esencial para la construcción del conocimiento en una etapa histórica que muestra profundos cambios científicos y tecnológicos. Una de las posibles metáforas para la interpretación de esos cambios ha sido la del crecimiento orgánico, pero algunos cientistas consideran más apropiado recurrir a la metáfora del movimiento que pertenece a la dinámica de los sistemas complejos. Esta dinámica incluye el desarrollo embriológico, la ecología, la evolución biológica y los sistemas caóticos de la física posmoderna. Estas clases de sistemas tienen rasgos comunes: son sistemas dinámicos abiertos, que no presentan equilibrio y cuentan con la potencialidad de la autoorganización. En estos sistemas los puntos centrales están en la comprensión de la trayectoria del desarrollo sobre el tiempo y en la interdependencia de los procesos y actividades que los integran (Lemke, J. L; 1993)

A partir del paradigma epistemológico que sucede a los estudios de los principios de la termodinámica y el papel de la irreversibilidad para la comprensión de la flecha del tiempo realizados por Prigogine, y la propuesta teórica acerca del cambio ecosocial señalada por Lemke (1993), que confluyen en la percepción de las características de los sistemas complejos, ¿cuál es el papel de las instituciones educativas frente al cambio tecnológico?

Un aspecto primordial que plantea la sociedad de la información es la educación en la sociedad. Pero al mismo tiempo vale preguntarse por el tipo de educación que se reclama. Informes recientes de investigadores sociales (Sebastián Serrano: 3/5/2000; Beatriz Pizarro de Zulliger: 11/1/2000; Susana Finquelievich: 24/6/2000) señalan que el modelo de educación que se necesita para esta nueva sociedad debe contribuir a desplegar las habilidades comunicativas, tanto verbales, no verbales, escritas, interpersonales, con máquinas, y al mismo tiempo tener un carácter interdisciplinario donde se acentúen los procesos más que los contenidos. En la sociedad de la información el conocimiento deja de ser acumulativo, lo que demanda que el aprendizaje sea una actividad permanente y no una etapa de la vida. Esto significa que se debe tender a que los individuos sean capaces de acceder al conocimiento, seleccionarlo, analizarlo y luego desarrollar nuevos conocimientos. Otro factor vinculado con la educación, es la modalidad que se utiliza para su distribución. Actualmente es posible acceder al conocimiento a través de diversas formas: libros, revistas, cursos, pero también se incorporan portales de Internet, comunidades virtuales, entre otros.

En la actualidad los estudiantes pueden tener acceso a diversos medios de información incluyendo la modalidad del hipertexto y la realidad virtual. En el ciberespacio pueden hallar bibliotecas conteniendo textos e informaciones apropiadas a diversos intereses y disciplinas científicas. Frente a la presencia de estos nuevos canales de comunicación, el acceso y la difusión del conocimiento también se modifica: una mayor cantidad de personas puede acceder a mayor información superando límites geográficos y temporales. Este nuevo escenario hace que las personas tengan que aprender acerca del modo de acceder a bases de datos globales y también locales, de manera que cada uno pueda organizar y utilizar la información de acuerdo a sus propios intereses.

La transmisión del conocimiento a través del ciberespacio incluye otras características que también favorecen el aprendizaje: puede ser un lugar virtual para la interacción humana; es posible interactuar con otras personas a través de distintas vías y acudir a diversos mecanismos en el proceso de enseñanza- aprendizaje: observar, escuchar, escribir, mirar videos, manipular objetos, experimentar, leer, dibujar, etc.

Junto a los cambios científico-tecnológicos, las últimas décadas mostraron profundas modificaciones políticas y económicas que influyeron en la vinculación entre el Estado y la sociedad. En ese contexto las universidades deben plantear sus estrategias de transformación. “Históricamente las universidades han tenido tres funciones esenciales: desarrollar el conocimiento, formar cuadros intelectuales en su más alto nivel de excelencia y transferir directa o indirectamente  esos conocimientos  hacia la sociedad” (Argumedo, A; 1998) No es posible definir el modelo de Universidad sin articularlo con los proyectos políticos de cada sociedad ya que cada uno de ellos plantea determinados perfiles para las universidades. Frente a las nuevas circunstancias históricas, Juan Carlos Hidalgo (1993) señaló algunos rasgos que permiten analizar el modo de concebir la Universidad desde dos enfoques sociopolíticos:

  1. a) Los proyectos neoliberales, que plantean una perspectiva de corte economicista que se refleja hasta en el discurso con categorías de análisis que pertenecen a la teoría neoclásica. Desde esta perspectiva la Universidad se concibe como una empresa, la capacitación como un insumo y los egresados son el producto final. La función principal de la Universidad es producir profesionales dentro de un esquema utilitario e individualista, y deja de lado la función social en cuanto a la educación, la producción de conocimiento crítico, la investigación científico-tecnológica y la transferencia social.
  2. b) Los proyectos de democratización de las sociedades conciben a las universidades públicas como los espacios más aptos para dar respuestas a los cambios científico-tecnológicos; en ellas es posible la formación de personas libres, con sentido creador y crítico. La universidad puede formar graduados con excelencia académica y éticamente responsables para generar y transferir conocimiento a través de la investigación científica, buscando el desarrollo socioeconómico del país, con sentido solidario y de dignidad social.

La sociedad de la información no sólo considera la disposición, el acceso y el uso de la información, sino que también tienen en cuenta la necesidad de estimular la producción informativa en los múltiples grupos sociales que forman la diversidad social.

En el siglo XXI las personas pueden utilizar la información “ sin necesidad de estar asociado a la academia, la investigación o una biblioteca. Pasa rápidamente, de la consulta de un diario impreso, a analizar la información de una página Web o a comentar, vía Internet, con un colega lejano, los movimientos de la bolsa. El niño de la escuela elemental hace sus tareas consultando los recursos de la red y comenta sus resultados con sus compañeros, inmediatos y remotos” (Morales Campos, E; 2001)

 

Las universidades argentinas e Internet: el caso de la FICES

La utilización de Internet en Argentina se inició con la conexión de organismos gubernamentales y académicos a partir de 1995. No todas las universidades públicas argentinas se incorporaron al sistema de interconexión al mismo tiempo; no obstante en 1998 se logró la incorporación de las 37 Universidades públicas.

En la vinculación de las universidades nacionales con los recursos informáticos se debe tener en cuenta el proceso que dio origen a la Red de Interconexión Universitaria (RIU), que surgió en 1994 como resultado de un convenio entre el Ministerio de Educación y las Universidades Nacionales para facilitar el intercambio de información y la conexión a Internet.

Los objetivos básicos de la RIU fueron: a) diseño, implementación y puesta en operación de una red informática para la interconexión de las Universidades Nacionales; b) facilitar y optimizar el intercambio de información científica y académica; c) articular la comunicación a nivel nacional e internacional, como herramienta para la vinculación del sistema universitario.

Al igual que en otras universidades nacionales, la Universidad Nacional de San Luis-UNSL- (Argentina) comenzó a usar Internet en febrero de 1995. Su uso se dirigió a todos los sectores de la comunidad universitaria que tenían red local y se abrieron las primeras cuentas de correo electrónico. Entre mayo y junio del año 1995, en la ciudad de San Luis, se realizaron las primeras conexiones vía módem a los hogares y en el año 2000 se contó con 3700 usuarios en la ciudad de San Luis, de los cuales 500 cuentas se conectaban vía módem. A ellos hay que agregarle los usuarios de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales (FICES) que en el año 2000 sumaban aproximadamente 600 (Fuente: Lic. Fernando Aversa. Director del Centro de Informática de la UNSL  desde 1999)

La Universidad Nacional de San Luis (UNSL) tiene su sede en la capital de la provincia del mismo nombre. Está integrada por cuatro facultades: a) de Ciencias Humanas (FCH); b) de Química, Bioquímica y Farmacia (FQBF); c) de Ciencias Físico-Matemática y Naturales (FCFMN); d) de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales (FICES) y la Escuela Normal “Juan  Pascual Pringles”.  Con excepción de la FICES que tiene su sede en la ciudad de Villa Mercedes (distante a 100 km de la capital de provincia), el resto de las unidades académicas se ubican en la ciudad de San Luis.

La comunidad universitaria de la FICES se integra con un total de 2642 estudiantes; 240 docentes( incluyendo todas las categorías y dedicaciones) y 100 No-Docentes. (Fuente: Decanato de la FICES) Cuenta con tres edificios: uno en el centro de la ciudad donde se centralizan las actividades administrativas y de conducción de la facultad,  junto a determinadas actividades de docencia e investigación de la carrera de ingeniería química. Los otros edificios se ubican en las afueras de la ciudad: el que corresponde a la carrera de Ingeniería Agronómica; y el Campus, donde tienen su sede las carreras del Departamento de Ciencias Económico-Sociales y las Ingenierías (Industrial; Electromecánica; Electricista Electrónico). En este edificio se ubica la Biblioteca; en ella se colocaron tres terminales con acceso a Internet para uso de los estudiantes al finalizar el 2000. Ambos edificios se ubican a más de seis kilómetros del centro de la ciudad.

En el año 1996, en la FICES, se inició la primera experiencia de instalación Linux a San Luis  por vía telefónica. El 28 de octubre del mismo año se produjo el «nacimiento» del primer servidor de la FICES y en años posteriores se fueron incorporando otros servidores. Si bien desde el primer momento se utilizaron todos los recursos informáticos (WWW, ftp, e-mail) el uso fue limitado porque la conexión con San Luis era a través del teléfono. Como era una etapa de experimentación, los primeros usuarios fueron quienes ya tenían cuenta en el sistema UUPC y eran directores o integrantes de equipos de investigación. Las primeras cuentas ya en el sistema de Internet dependiendo del servidor del rectorado, se otorgaron a algunos docentes y no-docentes de la FICES que la solicitaron durante el año 1996.

A partir del momento que se produjo la conexión de la FICES en el año 1997, se fue incrementando la cantidad de usuarios en los tres claustros. Entre los docentes la casi totalidad posee su cuenta y según la información provista por personal del Centro de Cómputos, la mayoría la utiliza de modo regular. Los estudiantes pueden, a partir del segundo año de cualquier carrera, pedir su cuenta. Los Auxiliares de 2da alumnos están contados entre los alumnos, mientras entre los No-docentes es menor la cantidad de usuarios. Las primeras fueron habilitadas desde el servidor ubicado en el edificio del Rectorado en la ciudad de San Luis durante los años 1996-1997. Los datos brindados por Decanato de la FICES mostraron que – en el año 2000- se hallaban habilitadas 642 cuentas, aunque sin depurar por lo que se incluyen duplicaciones para un mismo usuario.

La FICES es la única facultad de la Universidad Nacional de San Luis que a diferencia de las tres facultades con sede en la ciudad de San Luis y el Rectorado, incluye en su identificación un subdominio en su identificación tanto para su página web: http://www.fices.unsl.edu.ar como para la identificación de las cuentas electrónicas:  @fices.unsl.edu.ar

Respecto a la estructura organizacional vinculada con el servicio informático no existe una especial, sin embargo se pueden considerar dos instancias que la integran: a) El Área de Computación que depende del Departamento de Básicas y su función es académica; b) El Servicio de apoyo Técnico que depende del Decanato de la FICES y su función es brindar asistencia técnica en el ámbito de la FICES. A pesar de esta diferenciación formal, en la realidad existe una estrecha vinculación funcional entre ambas instancias por cuanto quienes participaron desde sus comienzos en la implementación del sistema como así también en las actualizaciones posteriores, se desempeñan como docentes en el Área específica.

 

Impacto de las TIC en intersubjetividad de los universitarios

En esta investigación se buscó información que permitiera conocer el modo en que la incorporación de las TIC en el ámbito universitario afecta las relaciones interpersonales de los integrantes de los diversos claustros. Se averiguó con quienes se comunicaban a través de las TIC; la relación del correo electrónico con los niveles de intimidad en los vínculos personales; la influencia de las TIC en las relaciones interpersonales; y la actitud del entorno familiar frente al uso de los recursos informáticos.

En la situación cara a cara los indicadores corporales posibilitan que se expresen las intenciones subjetivas del otro. El lenguaje es el sistema de signos más importante de la sociedad humana y aunque se origina en la relación cara a cara, se puede separar de ella y transmitir los significados a través de la escritura. Hasta el surgimiento de las TIC la comunicación a través del correo postal ocupó un lugar importante en las relaciones interpersonales, tanto en las situaciones personales como laborales. Frente a la presencia de los recursos informáticos los universitarios de la FICES -con pocas excepciones- señalaron que no utilizaban el correo postal. Entre los elementos desfavorables señalaron el tener que dirigirse a la oficina postal para el envío y la demora en recibir respuestas. El uso de las TIC les permitió superar ambas circunstancias.

Si bien en la función docente la relación presencial sigue siendo un soporte básico – aunque no el único-, las otras dos funciones de la Universidad -la investigación y la extensión- requieren establecer relaciones hacia el exterior de la institución. El uso del correo postal y el teléfono constituyeron durante mucho tiempo los medios apropiados para comunicarse hacia el exterior de la Universidad. A partir de la incorporación de las TIC en el ámbito universitario se modificaron las reglas de juego, en términos bourdesianos, pero al mismo tiempo la inclusión de estas herramientas tecnológicas afectó el otro elemento sustancial de la vida humana: el espacio. Los límites concretos del lugar antropológico fueron superados. Las modificaciones producidas en las prácticas universitarias en los últimos años, en particular en cuanto a la función de investigación y los requisitos establecidos a través del Programa Nacional de Incentivo, reclamaron el aprendizaje de nuevas pautas conductuales entre los universitarios. La rapidez y la eficacia en la comunicación, como así también la posibilidad de contar con información actualizada, encontraron en las TIC las herramientas apropiadas. A esta situación debe sumarse dos situaciones importantes: no tener que desplazarse de su ámbito laboral y con menores costos económicos.

Sherry Turkle (1997) diferenció tres tipos de vínculos o ligazones que median la relación «persona-computadora». Los datos de la investigación muestran que para los integrantes de los tres claustros, las TIC se perciben como herramientas en la mayoría de los casos y en menor porcentaje como un espejo, y sólo en casos excepcionales como una fuga a un mundo a través de la pantalla (Turkle, S: 1997) En la investigación de la FICES se observaron los siguientes vínculos:

  1. Como herramienta: “En mi opinión la tecnología tiene que estar al servicio del hombre y hay que utilizarla como tal: como un servicio para el usuario, como una herramienta” (Docente-Investigador-Ingeniero).
  2. Como un espejo: “Escribir me permite ordenar los pensamientos y los sentimientos y cuando los veo reflejado en la pantalla me hago la idea de estar hablando con alguien o pienso lo que sentirá cuando lo lea porque yo siento algo cuando escribo” (No-Docente).
  3. Como fuga a un mundo a través de la pantalla: “Hubo momentos en que le dediqué mucho tiempo al chat, como si fuera un vicio y el chat iba ocupando todos lo espacios de relaciones” (Estudiante de Ingeniería).

Las características de los usuarios marcaron la ligazón emocional con las TIC. Desde la expresión «es un medio frío», hasta la que dijo «me permite comunicar más cosas que la relación cara a cara», mostraron el tipo de vínculo que representó el componente afectivo del objeto actitudinal, reflejado con posterioridad en la respuesta: «me resisto a su uso» o «es una herramienta fundamental para mis actividades».

En la investigación las respuestas mayoritarias identificaron la relación «como herramienta». Comunicarse con colegas de otros centros académicos; enviar ponencias para congresos y solicitar informaciones vinculadas con su trabajo, fueron las expresiones más reiteradas en este sentido. En otras, la relación con los recursos tecnológicos pasó por el matiz de la subjetividad. Tanto en las respuestas que caracterizaron la comunicación a través de las TIC como «frías, formales, distantes» como las otras que definieron a la comunicación como «desinhibida, más profunda, intimista», pusieron en evidencia el papel de la subjetividad en la relación, colocando a la tecnología como un reflejo de lo humano. Las TIC se transformaron en el espejo donde se proyecta la subjetividad del usuario. La incidencia de las características de personalidad en la vinculación con los recursos tecnológicos es un estudio que seguramente puede permitir un análisis más exhaustivo del tema.

“Para mí el tema de las adicciones se refleja más en el chat, pero creo que eso tiene que ver con personas que ya tienen dificultades en la comunicación interpersonal” (Docente-Investigador- Ingeniero)

En esta investigación no se profundizó el aspecto psicológico de los usuarios. Por lo tanto, la influencia de la subjetividad es un tema que queda planteado como hipótesis de trabajo para futuras investigaciones.

En el claustro docente los resultados mostraron que: el 52 % utiliza las TIC sólo por cuestiones laborales; el 4 % por diversión y el 28 % recurre a ellas tanto por motivos laborales como de diversión. Estos datos permiten deducir que la ligazón de la mayoría de los docentes con los recursos tecnológicos es como herramienta de trabajo.

En el claustro estudiantil fue mayor el porcentaje de quienes no respondieron a la pregunta dirigida a conocer para qué utilizaban las TIC. El 39 % no respondió; los que dijeron que el uso de las TIC implicaba trabajo y diversión fue el 28 % de los casos y fueron similares los porcentajes de quienes identificaron las TIC sólo como trabajo, por un lado, y los que señalaron sólo diversión, por el otro: el 17 % de los casos en cada opción.  La primera interpretación ante estos datos es que no está generalizado el uso de las TIC entre los estudiantes. Las razones pueden ser: a) no cuentan con máquinas conectadas a Internet; b) los docentes no estimulan su uso. Entre las respuestas que incluyeron alguna opción se debería considerar que un número muy importante de estudiantes de la FICES, paralelamente al estudio, también trabajan. Este dato no se incluyó en la investigación, por lo que no se consigna la cantidad real de los estudiantes que trabajan; su mención queda planteada como hipótesis. A partir de ello se puede inferir que en los respectivos ámbitos laborales han incorporado las TIC. Esta sería la razón por la que cuentan con la posibilidad de utilizar equipos con conexión a Internet. En el ámbito universitario hay estudiantes que también cumplen su función como personal No-docente, y en sus oficinas tienen computadoras conectadas a la Red. En el área específicamente académica, son pocos los estudiantes que integran proyectos de investigación, pues tampoco la reglamentación de Ciencia y Técnica refuerza su incorporación. En los que se hallan incorporados, a través de la modalidad de pasantes, no se cuenta con datos ciertos que permitan conocer si se estimula el uso de las TIC tanto para las comunicaciones internas, hacia el exterior y la formación académica.

Un 60 % de No-Docentes no respondieron a la pregunta para conocer los motivos de uso de las TIC; mientras que los que dijeron que sólo implicaba trabajo fue un 20 % de los casos y un porcentaje similar para quienes eligieron la opción de diversión. En este claustro, no todos los sectores tienen incorporado el uso de los recursos tecnológicos entre sus actividades. Con la excepción del sector de Maestranza, telefonistas y Secretaría Privada del Decanato, el resto cuenta – al menos- con una máquina conectada a Internet. La interpretación de los datos permite deducir que la organización universitaria aún no ha generalizado el uso de la informática en sus funciones administrativas, por un lado, y por otro, tampoco lleva a cabo un proceso de capacitación de sus empleados: «Navegar por la web- comentó una integrante del claustro No-docente- vino a suplir el uso del barreminas o algún otro juego de la computadora» .

Al analizar la vinculación con las TIC se puso en evidencia la influencia de aspectos psicosociales de los usuarios. Las actitudes mostraron desde aquellos para quienes las TIC eran solamente herramientas tecnológicas y su uso no ponía en acción la subjetividad, hasta quienes las percibían como recursos que permitían una mejor comunicación interpersonal. Los primeros destacaron la rapidez que permite el medio, mientras los segundos identificaron a las herramientas tecnológicas como un medio que permite superar inhibiciones personales. Las diferencias no pasaron por la pertenencia a determinado claustro, tampoco en cuanto al género ni edad sino en la actitud hacia las TIC.

“Con el mail se han disminuido las salidas por trabajo y eso me parece buenísimo” (Docente-Investigador-Ingeniero)

“Siempre me negué a todas las cuestiones tecnológicas y aunque creo que la máquina no me va a reemplazar sé que hay que aprender a usar Internet para no quedarse en una estación de trenes que ya pasó” (Docente-Investigadora en Sociología del Trabajo)

Los tres claustros expresaron mayoritariamente que desde el momento que iniciaron el uso de los recursos informáticos, no se alteraron sus relaciones cara a cara. Entre los Docentes el 96 % respondió que no se habían modificado las relaciones; entre los Estudiantes fue el 88 %; mientras entre los No-docentes fue el 80 %. Las respuestas de quienes respondieron que se habían alterado las relaciones permiten deducir que proyectaron su subjetividad en las TIC. Se puede inferir que estas personas cuentan con características de personalidad donde la presencia física del otro produce ciertas inhibiciones que afectan las relaciones cara a cara.

 » Me permite conocer más al interlocutor» (Docente).

»  Si, porque me cuesta la comunicación cara a cara» ( No-Docente)

La presencia de las TIC en la cotidianidad produjo comportamientos que se pueden identificar como tecnofóbicos y tecnofílicos. Las fobias son temores intensos, persistentes hacia personas, objetos o situaciones que no tienen una base real. Desde la psicología se ha identificado al desplazamiento como la conducta más típica de las fobias, en las cuales la evitación de un objeto es transferida a otro. Frente a las TIC se observaron casos de personas que manifestaron un rechazo para su utilización. En algunos esa actitud se explicaba identificando a los recursos tecnológicos con elementos que conducían a la alineación, la soledad y las adicciones. Por el contrario las actitudes tecnofílicas expresan fascinación por el uso de los recursos. Es importante observar la relación que el individuo y las organizaciones establecen con los recursos tecnológicos. En este sentido es pertinente la afirmación helleriana: «Creo que, en lo fundamental, la esencia de la alienación de la vida cotidiana no ha de buscarse en el pensamiento o en las formas de actividad de la vida diaria, sino en la relación del individuo con estas formas de actividad» (Heller, A: 1994) No basta la sola presencia de un estímulo para desencadenar una respuesta particular; siempre es necesario tener en consideración las contingencias y la historia personal del individuo, y al entender a la vida cotidiana como un espacio de construcción en el cual impactan variables exógenas y endógenas, es esperable que frente a elementos que caracterizan una nueva cultura como sucede con la que se manifiesta en la sociedad de la información, se produzcan modificaciones en el modo que cada hombre construye su cotidianidad.

La incorporación de las TIC entre los universitarios mostró diversos modos de reacción. En casos muy excepcionales la variable edad pudo transformarse en una obstáculo circunstancial para el uso, superado con posterioridad frente a otras motivaciones.

“Cuando empezó a aparecer la computadora le dije a mi amigo: mi tiempo se ha terminado, porque con esas nuevas tecnologías no voy a lograr meterme, por una cuestión generacional y esta resistencia mía a todo lo que signifique la tecnología” (Docente e investigadora en Ciencias Sociales)

La misma docente-investigadora que reconoció su rechazo a todo elemento tecnológico, extendiendo su fobia obviamente a la computadora, agregó en la entrevista:

“ Estoy tratando de meterme en estas cosas, con paciencia, creo que si uno le dedica un poco de tiempo se puede aprender” (Docente e investigadora en Ciencias Sociales)

Otro testimonio permitió afirmar que la edad, al menos en el ámbito de la FICES, no es una variable determinante para acceder al uso de las TIC.

Me parece que a los más jóvenes o no les interesa o no tienen los medios para tener computadoras… pero no son temas que están presentes en nuestras charlas… creo que debe ser por falta de conocimiento, o de saber para qué sirve” (Estudiante de Trabajo Social)

La variable edad no es un condicionante para acceder al uso de las TIC. Las características psicosociales de los usuarios son determinantes, en particular el habitus y el capital cultural, cuya vinculación con el capital social es una consecuencia necesaria.

 “Creo que hay diferencias entre los que saben y no lo que saben y eso me causa envidia… me he dejado estar y no he aprendido bien; mi tarea es muy pasiva y no tengo un compromiso para usar la computadora… o tal vez sea porque no tengo con quien comunicarme” (Docente en Ciencias Sociales)

Contar con un capital social en la red ha sido un elemento de importancia para motivar el uso de las TIC. Esta situación fue corroborada en la investigación, en particular entre los docentes-investigadores que se transformaron en usuarios durante los primeros meses de conexión de la FICES a Internet.

“Dos cuestiones me llevaron a usar el e-mail aunque nunca fui una fanática de la computación: comunicarme con amigos que no viven en el país y el costo del teléfono era muy caro; y luego con colegas de otras universidades con quienes teníamos actividades comunes” (Docente e investigadora en Ciencias Sociales)

Un factor que puede modificar la actitud hacia las TIC es reconocer qué utilidad pueden brindar los recursos, para lo cual también es importante contar con cierta capacitación que facilite el manejo de las herramientas tecnológicas. Algunos entrevistados señalaron que aprendieron a través del ensayo-error o preguntando a compañeros. En estos casos se observó que contaban con capital social en la red o sin contar aún con él, eran personas con habitus que favorecían el uso de las TIC.

“El curso que dieron en la Universidad fue muy breve, así es que yo aprendí por ensayo-error y como me gusta, leo las ayudas que traen los programas” (Docente e Investigadora en Ciencias Sociales)

Los casos que manifestaron cierta “tecnofobia”, corresponden a situaciones que de hecho no presentan ningún peligro real para la persona, tal como se describe desde la psicología. Dos situaciones fueron determinantes para reforzar la fobia: a) no contar con capital social en la red o curiosidad para experimentar; b) desconocimiento acerca del uso de los equipos informáticos.

La actitud predominante en todos los claustros, desde el año en que se inició la conexión en la FICES hasta el momento en que se realizó la recolección de datos durante el año 2000, fue acercándose a una mirada más comprensiva, focalizando la atención en la aplicación práctica de las TIC. Sin embargo, es preciso detenerse en el papel de la organización universitaria en el aprendizaje y difusión de los recursos tecnológicos.

“Creo que desde lo organizacional no se hacen actividades para aprender…  muchos alumnos no tienen idea de que es correo electrónico y esas cosas, por lo general uno tiene que buscar afuera de la facultad y no puede pagar esos cursos. (Estudiante de Trabajo Social)

Los investigadores fueron los primeros que debieron incorporar el uso de las TIC en sus prácticas, intensificándose el uso a partir de la puesta en marcha del Programa de Incentivo. Esta situación se acentuó desde el año 1999, y mostró que para cumplir con los requerimientos del Programa, algunos investigadores recurrieran a la ayuda de estudiantes avanzados de las carreras de Ingeniería para resolver sus situaciones personales. A partir del año 2000 se implementó desde la Secretaría Académica del Rectorado que cada docente responsable de asignatura colocara en la web el programa de la misma. En esta ocasión la organización no brindó herramientas para capacitar a los docentes con ese fin, lo que llevó una vez más, a plantear diferencias entre aquellos que manejaban los recursos tecnológicos y los que por diversas razones desconocían el modo de usarlos.

   “Cuando nos pidieron que mandáramos el programa por Internet yo le pagué a un chico porque no sabía hacerlo; puede parecer fácil para otros pero yo no sé hacerlo. Tampoco sabía que se podía consultar por Internet la lista de alumnos de mi materia. sigo en mi docencia atado a lo tradicional pero he visto a otros compañeros que usan distintos programas que yo no sé” (Docente en Ciencias Sociales)

El papel del grupo familiar puede significar un refuerzo positivo para el uso de los recursos tecnológicos. En el claustro docente el 52 % de los casos respondió que contaban con familiares que usaban las TIC, mientras el 48 % respondió en forma negativa. En los tres claustros hubo coincidencia en identificar a los hijos, parejas y hermanos, entre los familiares que utilizan las TIC y sólo en el claustro estudiantil se mencionó a los padres en el 34 % de los casos.

“En mi familia todos usan Internet. Mi esposa usa el correo. El más chiquito de mis hijos usa juegos y a veces navega; los dos más grandes buscan cosas para la escuela” (Docente-Investigador de Ingeniería)

En el claustro docente la diferencia entre las respuestas afirmativas (52 %)  y las negativas (48 %) no guardan demasiadas diferencias entre sí, y se correlaciona positivamente con las respuestas a la pregunta: «¿La computadora personal está conectada a Internet?»: 52 % respondió afirmativamente y en forma negativa el 48 %. La conclusión es que aquellos docentes que cuentan con computadoras en sus hogares y están conectadas a la Red, tienen la posibilidad que los familiares también las utilicen y esta situación construye la actitud favorable hacia las TIC. Otros no cuentan con familiares que usen las TIC; la explicación fue que no poseían equipos conectados desde su hogar, por lo que debían utilizar la Red desde su trabajo. La razón que mencionaron para no tener la conexión desde sus hogares fue el elevado costo de las tarifas telefónicas.

Al preguntar a los docentes por la actitud de la familia ante el uso de las TIC, el 48 %  respondió que era favorable y sólo el 12 % como desfavorable. Algunos docentes con hijos de muy pequeña edad, mencionaron que éstos mostraban actitudes desfavorables hacia la computadora, ya que al realizar las actividades laborales desde el hogar, los hijos identificaban que esa dedicación de los padres hacia los recursos tecnológicos disminuía la atención hacia ellos. El 24 % respondió que su familia era indiferente al uso que hicieran de la computadora, lo que permite deducir que en estos casos, las TIC están incorporadas como una herramienta más de trabajo.

En los estudiantes las diferencias fueron más significativas entre quienes cuentan con algún familiar que use las TIC y quienes no. El 78 % de los estudiantes confirmó que algún familiar utilizaba las TIC. Sólo el 23 %  no tenía familiares que las usaran. Cuando se les preguntó si la computadora del hogar estaba conectada a Internet, el 50 % respondió afirmativamente; el 34 % en forma negativa y el 17 % no respondió a la pregunta. Este fue el único claustro en el que mencionaron a los padres como usuarios, además de los hermanos. Se infiere que el 50 % que tiene computadoras en sus hogares conectadas a Internet tienen la posibilidad que también sean utilizadas por otros miembros de la familia. Que se produzca un uso efectivo o no, indudablemente depende de características personales y motivaciones propias. Sin embargo, frente a la posibilidad que algún integrante de la familia sea un usuario y se perciban beneficios de ese uso, esta situación puede constituir un refuerzo favorable para el uso de las TIC actuando vicariamente en el aprendizaje. Al preguntarles si el uso de las TIC implicaba trabajo o diversión, predominaron quienes no respondieron a la pregunta; sólo el 28 % afirmó ambas posibilidades. Al  vincular estos datos con las herramientas de mayor uso – Internet y el e-mail- se observó que el e-mail se utilizaba por razones personales; navegaban tanto por diversión como por trabajo; reconocieron bajar de la web material para sus estudios pero afirmaron que el uso de las TIC no influía en su productividad. Se deduce que si bien la familia es un factor que influye para desarrollar un vínculo favorable hacia las TIC, no es en el ámbito familiar donde se orienta o capacita para que las TIC sean una herramienta que supere la diversión ¿Los familiares tampoco cuentan con la información apropiada para un uso productivo? Si se tiene en cuenta que el impacto de los recursos tecnológicos se produjo en el último lustro, es fácil de entender que la mayoría de los adultos no contaban con una formación y cultura previa que favoreciera el uso de las TIC. Como consecuencia, tampoco podrían ser en la generalidad de los casos, motivadores para el uso de los recursos.

Los estudiantes afirmaron no contar con el estímulo de los docentes para aprovechar los recursos tecnológicos en su formación. Quienes tienen la posibilidad de tener equipos en sus hogares que estén conectados a la Red, como aquellos que utilizan las máquinas de la FICES o eventualmente desde el cybercafé, subutilizan las posibilidades que brinda Internet para el desarrollo cognoscitivo. A esta situación se agrega que el 84 % de los jóvenes sienten que su familia tiene una actitud favorable hacia el uso que ellos hacen de las TIC, sin embargo la información no muestra que utilicen las herramientas de modo que favorezca su desarrollo cognoscitivo. El 17 % de los casos respondió que a su familia le resultaba indiferente el uso que hacían de las TIC. Estas respuestas muestran el papel que juega en la motivación de los jóvenes la falta de capacitación de los familiares.

Entre los No-docentes predominaron las respuestas que no contaban con ningún familiar que usara las TIC en el 60 % de los casos, y sólo el 40 % dijo tener familiares usuarios. Aunque con variaciones en los porcentajes, los datos anteriores se relacionan con los que corresponden a la pregunta acerca de quienes tienen equipos en sus hogares conectados a Internet: sólo el 20 % respondió en forma afirmativa y el 80 % en forma negativa. Estos últimos datos se relacionan positivamente con los que corresponden al lugar desde donde se conectan: el 20 % utiliza tanto el hogar como la FICES y el 80 % sólo desde la FICES. En cuanto a los familiares que usan las TIC mencionaron a hijos y hermanos. Algunos integrantes de este claustro son personas que cursan sus estudios en la propia FICES y de ellos surge el porcentaje de los que cuentan con conexión desde sus hogares. En cuanto a la actitud familiar frente al uso de las TIC, el 50 % afirmó que era favorable y sólo el 20 % desfavorable y similar porcentaje era indiferente. La interpretación de los datos muestra que el elemento condicionante en este claustro es el económico en cuanto a contar con conexión desde los hogares, aunque también debe considerarse la falta de capacitación por parte de la organización en el uso de los recursos.

Ante la pregunta, «sus interlocutores ¿sólo son personas que conoce con anterioridad?» las respuestas fueron:

  1. a) Entre los docentes el 56 % respondió afirmativamente; el 32 % respondió que no y el 12 % de las respuestas afirmaron que «a veces» no conocía a su interlocutor.
  2. b) Entre los estudiantes, el 72,22 % de los casos señaló que conocían previamente a sus interlocutores; el 17 % respondió que en algunas ocasiones conocía al interlocutor; no hubo respuestas en la opción para comunicarse con personas desconocidas y el 11,11 % de los casos no emitió ninguna respuesta.
  3. c) Por su parte en el claustro de los No-Docentes, el 30 % respondió afirmativamente; el 20 % en forma negativa; mientras el 20 % señaló que a veces conocía a sus interlocutores y el 30 % no respondió a la pregunta.

Las respuestas a la pregunta anterior tienen una estrecha relación con la que buscaba conocer si alguna vez se habían comunicado con alguien que no conocieran personalmente.

  1. Entre los docentes predominaron las respuestas afirmativas: el 88 % de los casos y sólo el 12 % mencionó que nunca se habían comunicado con desconocidos. Los motivos principales para la comunicación con desconocidos fueron los congresos, ya sea para solicitar información o enviar sus ponencias.
  2. Los estudiantes señalaron en el 44,44 % de los casos que en alguna ocasión se habían comunicado con personas que no conocían previamente; el 39 % respondió que nunca lo habían hecho y el 17 % no respondió a la pregunta. Los que respondieron afirmativamente ubicaron entre las razones al uso del chat y por cuestiones laborales.
  3. En cuanto a las respuestas de los No-Docentes, el 60 %  afirmó haberse comunicado con personas desconocidas. Los motivos fueron por cuestiones de trabajo, para solicitar alguna información de interés personal, a través de grupos de amigos que se organizan en la Red y también por el chat. El 40 % restante respondió que jamás se había comunicado con personas desconocidas.

Quienes expresaron que podían comunicarse con desconocidos ubicaron sus relaciones en el plano de la denominación de meros contemporáneos, de acuerdo a la teoría de Schütz (1996): aunque son personas con las que se comparte un tiempo cronológico, no es posible captar de modo directo sus vivencias y debe inferírselas sobre la base de acciones típicas que se espera posea el otro. Las respuestas mostraron que los desconocidos con quienes se habían comunicado eran personas con identidades sociales conocidas, por ejemplo: responsables de asignaturas o programas universitarios; coordinadores de seminarios o congresos, etc. Al comunicarse con colegas de otras universidades se deduce que el otro comparte códigos académicos; por lo tanto, las respuestas estarán enmarcadas en ese ámbito. Una interpretación similar corresponde a los casos que mencionaron comunicarse con desconocidos por cuestiones laborales. En el caso de quienes mencionaron al chat, las vivencias de los meros contemporáneos de la teoría schütziana, se relacionan con aspectos propios de la subjetividad lo que le agrega otros matices a las vivencias inferidas. En todos los casos las relaciones se basan en la concepción de los tipos ideales weberianos: se supone que el otro responderá de una manera definida a la interacción, lo que ubica a la relación en el marco de la orientación ellos.

Este planteo se corresponde con las respuestas ante la pregunta que buscaba conocer si el uso del correo electrónico facilitaba mayores niveles de intimidad. En los tres claustros predominaron las respuestas negativas: entre los docentes el 84 % de los casos; en los estudiantes el 67 %, mientras que entre los No-docentes el 40 % señaló que el e-mail no permitía mayores niveles de intimidad. Sólo confirmaron que el uso de esa herramienta afectaba la intimidad en los vínculos personas el 4 % de los docentes; el 23 % de los estudiantes y el 30 % en el claustro de No-docentes.

“Cuando escribo un mail, aún si es a un desconocido, me siento despojada de prejuicios, de mis bloqueos y eso me parece fantástico” (No-docente)

Al averiguar en la investigación cuántos habían conocido a sus interlocutores tras mantener una comunicación a través de las TIC, las respuestas mostraron que aunque con variantes, en los tres claustros predominaron las respuestas negativas: a) entre los docentes: el 52 %; b) en los estudiantes el 55, 55 % y c) en los No-docentes el 50 % de los casos aseveraron no haberse encontrado personalmente con sus interlocutores.

Entre los que afirmaron que habían conocido a sus interlocutores predominaron los docentes (32 % de los casos); los No-docentes el 10 %. Entre los estudiantes no hubo ninguna respuesta en este sentido. Esta situación vuelve a plantear la vinculación con las TIC. Para los docentes la ligazón pasa por percibirlas como herramientas que favorecen sus prácticas: sus interlocutores son colegas de otros centros universitarios y las actividades académicas -como congresos, seminarios, etc.- se transforman en el espacio de encuentro. Esta situación se puede comprender mejor si se tiene en cuenta que para los docentes el uso de las TIC implica: a) trabajo en el 52 % de los casos; sólo para un 4 % implica diversión.

Entre los No-docentes, tal vez porque sus propias prácticas laborales no lo demandan demasiado, son pocos los casos en los que se posibilita el encuentro con el otro. El 50 % de los casos señaló que no habían conocido a sus interlocutores; el 40 % no respondió y sólo el 10 % respondió que se había producido el encuentro.

Los estudiantes no respondieron a la pregunta en el 44, 44 % de los casos. Entre los que sí respondieron, no hubo respuestas afirmativas.

¿Qué tipo de intereses comparten con sus interlocutores en el ciberespacio? Las respuestas permiten deducir que se trata de relaciones efímeras que no implican un compromiso; tampoco que se compartan intereses que afecten su desarrollo cognoscitivo. En el caso de los docentes predominaron las respuestas que identificaron a las actividades académicas como el motivo de la relación: buscaban información en la Red vinculada con congresos, seminarios, etc. Tras lograr el objetivo no continuaron la relación. Entre los estudiantes y los No-docentes se mencionaron razones similares: buscar información vinculada con la carrera y con temas de su sector de trabajo, respectivamente, o establecer relaciones de amistad. Expresaron que habían mantenido comunicación con desconocidos a través de las TIC, aunque las mismas no se extendieron más allá de unos meses.

¿Cuál es la responsabilidad de la organización universitaria en la difusión y aprendizaje de las TIC? La incorporación de los estudiantes en los equipos de investigación, así como en los equipos docentes, puede ser un medio apropiado para brindar capacitación en el uso de las TIC y su vinculación con la formación académica. La realidad muestra que la normativa vigente en la universidad no estimula la incorporación de los estudiantes tanto a las actividades de docencia como de investigación. También la sobrecarga de actividades docentes junto al aumento de la matrícula estudiantil, limita el tiempo que los propios docentes pueden dedicar a la formación de los jóvenes.

Docentes y estudiantes afirmaron mayoritariamente que no tenían nuevos amigos ni nuevas relaciones laborales a partir del uso de las TIC. Quienes dijeron que habían conocido a otras personas a partir de utilizar las TIC fueron: el 24 % de los casos entre los docentes; el 34 %  entre los estudiantes y el 60 % entre los No-docentes. En este último claustro se debe tener en cuenta algunas cuestiones de interés para el análisis. Sólo ciertos sectores recurren al uso de las TIC habitualmente por cuestiones de trabajo; otros utilizan la web por cuestiones personales. Entre los integrantes de este claustro también se observaron algunos casos que utilizaban el chat. Entre quienes mencionaron que la incorporación de las TIC les había permitido conocer otras personas, se ubicaron respuestas que pasaban por lo afectivo /utilitario. A pesar de no conocer a su interlocutor, mantuvieron en más de una ocasión comunicaciones informales a través de la web en grupos tales como «Cupido», y en otros casos simplemente para resolver dificultades técnicas en el uso de los equipos técnicos.

“A veces he escrito cuestiones personales y pude establecer con el otro un vínculo tan fuerte como el que se da cara a cara” (No-Docente)

El porcentaje de respuestas que afirmaron no conocer nuevas personas a partir de la incorporación de las TIC fue: entre los docentes el 76 %; entre los estudiantes el 67 % y el 40 % entre los No-docentes. Estas respuestas vuelven a confirmar el papel de herramientas en la percepción de las TIC: se las utiliza para dinamizar las comunicaciones y optimizar el acceso a la información, pero el soporte fundamental de las interacciones sociales sigue estando en la relación cara a cara.

 

Conclusiones

La investigación realizada en la FICES mostró el predominio de elementos psicosociales entre los integrantes de los tres claustros para incorporar las TIC en su cotidianidad. En particular, fue determinantes la posesión de un capital social previo a la conexión y presentar un habitus con características favorables hacia las innovaciones. Ambos elementos se destacaron entre los docentes-investigadores, quienes ante los nuevos requerimientos establecidos a partir del Programa Nacional de Incentivo, hallaron en las TIC la herramientas apropiadas para el desarrollo de sus prácticas en forma más dinámica.

Si bien en los tres claustros predominó percibir a las TIC como herramientas de trabajo, se observaron casos en los que la vinculación con los recursos tecnológicos estuvo atravesada por la subjetividad. Estos últimos fueron quienes depositaron en las TIC connotaciones simbólicas. Sin embargo, más allá del vínculo la incorporación de estos recursos en la vida cotidiana de los universitarios no significó alteraciones en sus relaciones interpersonales; aunque se establezcan relaciones a través del ciberespacio, éstas pasan fundamentalmente por los intereses profesionales y son acotados en el tiempo.

La identidad social del otro con quien se comunican a través de la pantalla es el soporte que permite mantener la confianza aún con desconocidos, evitando de esa forma comportamientos temerosos que serían una traba para la comunicación. Esta conducta se halla íntimamente relacionada con la percepción de las TIC como una herramienta más de trabajo en particular entre los docentes. La situación varía entre los estudiantes y los no-docentes. En ambos claustros, quizá por no tener que responder a exigencias institucionales, como es el caso de los docentes-investigadores, se observó una subutilización de las TIC. Tanto en los estudiantes como en los no-docentes predominó recurrir a las TIC como elementos de diversión y sólo algunos casos mostraron la utilización de los recursos tecnológicos en sus prácticas laborales o en el desarrollo de aspectos cognoscitivos.

Los datos de la investigación permiten afirmar que si bien desde la organización universitaria (FICES) se tiende a informatizar diversas actividades, éstas se vinculan con las que corresponden al claustro docente preferentemente. No obstante, no se observaron estímulos por parte de la organización para incorporar las TIC como elementos dinamizadores de la comunicación hacia el exterior de la FICES, ni tampoco reforzar la cultura de la sociedad de la información en el desarrollo cognoscitivo de los tres claustros. Se puede afirmar que la incorporación de las TIC en las prácticas universitarias depende fundamentalmente de la preocupación individual de cada usuario, en los que debe considerarse la influencia de factores psicosociales: actitudes, habitus, capital social, entre otros.

Del análisis de la información es posible señalar algunas reflexiones:

La educación en la era de la información plantea cambios actitudinales en los universitarios, tanto entre los profesores como entre los estudiantes. Los primeros deben aprender a localizar las nuevas fuentes del conocimiento, consultar bibliotecas digitales e incorporar entre sus prácticas el trabajo transdisciplinario y la posibilidad de establecer vinculaciones con colegas e instituciones para el desarrollo de proyectos innovadores. Los estudiantes pueden realizar sus procesos de aprendizaje incorporando nuevos medios: el hipertexto es una alternativa que facilita el acceso a diversas bases de datos. En el aprendizaje la interacción es de suma importancia. La era digital provee las herramientas para enriquecer la interacción que ya no se reduce al espacio local y permite la vinculación con otros centros académicos. Estas situaciones implican mayor responsabilidad para las organizaciones universitarias en el proceso de aprendizaje, que no puede quedar reducido a intereses individuales sino formando parte de las prioridades de las políticas universitarias.

En las últimas décadas se ha reafirmado el papel central del conocimiento en el desarrollo de las sociedades. En la Argentina, en particular a partir de 1990, las universidades atraviesan una compleja situación económica que dificulta el normal desarrollo de las actividades. Esta realidad se halla estrechamente vinculada con un proyecto neoliberal de corte economicista en el que el modelo de universidad que se pretende desarrollar responde a esos criterios: se la concibe como una empresa, la capacitación como un insumo y a los egresados como el producto final. Como consecuencia de ajustes económicos derivados de modelos neoliberales, las universidades nacionales argentinas, soportan un profundo recorte en sus presupuestos que altera sustancialmente todas sus actividades. Esta situación de crisis económica no puede soslayar los cambios científicos y tecnológicos ocurridos en las últimas décadas; es preciso que las organizaciones universitarias desarrollen estrategias que permitan construir un modelo de universidad pública que brinde respuestas a los cambios. A partir de proyectos de democratización de las sociedades es posible entender a las universidades públicas como los espacios apropiados para la formación de graduados con excelencia, con sentido crítico y creador y éticamente responsables.

Las universidades tienen que afrontar el desafío que implica responder a los requerimientos de la sociedad de la información. La incorporación de las TIC en la cotidianidad de las prácticas universitarias es una vía para responder a esos desafíos, pero ello será posible, en tanto y en cuanto, se incorpore en la agenda de las políticas universitarias la importancia de considerar la ciencia y la tecnología como factor esencial para el desarrollo armónico del país y se perciba a las herramientas que brinda el entorno de Internet, como elementos favorables para el acceso y difusión del conocimiento.

En la era de la información la educación ya no se comprende como una mera recepción del conocimiento. A las universidades no sólo les corresponde plantear nuevas actividades y carreras sino también desarrollar nuevos modos de pensar. Es preciso una estrecha relación entre la ciencia y técnica y la educación y al mismo tiempo incorporar nuevos modos de acceso y selección del conocimiento. La utilización adecuada de las TIC en las prácticas universitarias permitiría un mejor aprovechamiento de los recursos tecnológicos en el acceso al conocimiento, pero también una estrecha vinculación entre los investigadores y las organizaciones universitarias en general. De esta manera no sólo sería posible recurrir a estrategias para superar la crisis económica, sino fundamentalmente desarrollar un modelo de universidad pública que forme graduados con excelencia, éticamente responsables y capaces de desarrollar conocimientos vinculados con la realidad social que plantea el momento histórico.

 

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[1] Psicóloga. Docente-Investigadora. FICES/UNSL (Argentina)

mailto: gcastro@fices.unsl.edu.ar

 

[2] Esta ponencia surge de la Tesis de Maestría: TIC y vida cotidiana. Informática y telecomunicaciones en la Universidad. El caso de la FICES-UNSL, dirigida por la Dra. Susana Finquelievich. El proyecto fue aprobado por la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales- Universidad Nacional de San Luis

Las relaciones interpersonales en el ciberespacio

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