Nélida B. Perona*

Graciela I. Rocchi**

Resumen

El uso de la noción de «vulnerabilidad social» se vincula a la línea conceptual que plantea pobreza como carencias. Se propone como una herramienta analítica para una mayor aproximación a la diversidad de situaciones a las que se enfrentan los que de una u otra manera, son partícipes de algún tipo de privación. En principio se parte de una definición de vulnerabilidad social, entendida como una condición social de riesgo, de dificultad, que inhabilita, de manera inmediata o en el futuro, a los grupos afectados, en la satisfacción de su bienestar -en tanto subsistencia y calidad de vida- en contextos socio históricos y culturalmente determinados; se privilegia su aplicación a unidades de análisis colectivas, grupos familiares / domésticos ya que es allí donde adquiere mayor significado.

La propuesta de trabajar la vulnerabilidad social, de modo que permita analizar las diferencias, las heterogeneidades, el mayor o menor grado de fragilidad y de riesgo de las unidades familiares, incluye considerarla en diferentes ámbitos. Las dimensiones propuestas corresponden a su vez a diferentes niveles: contextual, familiar-doméstico e individual. Estos niveles se vinculan en cierto modo a pensar, desde una metáfora espacial, limitaciones que operan “desde arriba” –el régimen político y social de acumulación- y “desde abajo” –los atributos individuales-.

Vulnerability and social exclusion: a methodological proposal for the study of home- living conditions

Summary

The use of the “social vulnerability” notion is conceptually linked to the conception of poverty as scarcity and it is proposed as an analytical tool for the approximation to the different situations that experienced people with some source of lack.

Firstly, we start defining the concept “social vulnerability”, as a social condition of risk, of difficulty that disables, in an immediate or future way, the affected groups, to satisfy their welfare, meaning subsistence and living quality, in social- historic and culturally determined contexts; the application of the concept is privileged in collective units of analysis such as family/domestic groups where it acquires its most relevant meaning.

The proposal of working with “social vulnerability”, in order to allow the analysis of differences, heterogeneity, degrees of fragility and risk, of the family units, includes its consideration in different scopes. The proposed dimensions include different levels: contextual, familiar/domestic and individual. These levels are somehow linked to think, from a spacial metaphorical way, in “top-bottom” limitations- the political and social way of accumulation- and in “bottom- top” limitations- the individual attributes.

Introducción

La multiplicidad de trabajos que en los últimos años focalizan el análisis o toman como referente el problema de la pobreza, de la marginalidad y de la exclusión social, da cuenta no sólo de la profundidad de la problemática sino también de las dificultades para abordarla, aún cuando aparezca obvia para la opinión pública. Este tema nos confronta con un nuevo tratamiento de la «cuestión social» en la dirección de reflexionar sobre la ruptura de lazos sociales, la pérdida de cohesión social, particularmente en sociedades con déficits de integración y persistente perdida de «solidaridad orgánica».

Los países latinoamericanos están atravesando intensas transformaciones en el marco de los procesos de globalización, con reestructuración económica que comprende reformas del Estado, apertura del mercado financiero, incremento de la terciarización entre otros. Junto a esto cambia el tipo de desarrollo social; hay aceptación de la desigualdad y “la noción de igualdad ha sido reemplazada por la de equidad (que es una parte de la igualdad), la agenda social se ha fraccionado y se ha ampliado para contemplar temas como la extrema pobreza, la equidad de género, de raza, de etnia, entre otros”[i].

Los profundos cambios que se registran son observables a través de diversos indicadores, tanto en lo que se refiere al plano laboral[ii], como en lo relativo a los niveles de pobreza urbana y rural[iii]. De hecho hay que considerar la íntima relación que guardan pobreza y empleo, tanto porque éste “constituye el principal antecedente de la cuestión social” como porque la erradicación de la pobreza sólo puede darse si se corrigen las «distorsiones y los déficits que presenta el estado de la ocupación en el país”[iv].

En este trabajo se presentan, en primer término, algunas referencias a las discusiones respecto de las nociones de vulnerabilidad y exclusión social, vinculadas a la línea conceptual que entiende a la pobreza como carencia; en la segunda parte, sistematizar una propuesta, un marco metodológico que permita el análisis empírico de las diferentes situaciones de exclusión, vulnerabilidad social e inclusión.

Pobreza, vulnerabilidad y exclusión

El concepto de pobreza, que ha sustentado la mayor parte de los trabajos sobre el tema realizados en las dos últimas décadas, es entendida como carencia[v] y refiere a un estado de deterioro, a una situación de menoscabo que indica tanto una ausencia de elementos esenciales para la subsistencia y el desarrollo personal, como una insuficiencia de las herramientas necesarias para abandonar aquella posición. Estas carencias refieren a dificultades más estructurales o más coyunturales, según sea la índole de los indicadores que se utilizan y por ende, el método por el cual se mide y clasifica el fenómeno. De este modo se es pobre cuando no se logra satisfacer algunos de los requerimientos que han sido definidos como “necesidades básicas”, pero también se es pobre cuando aun cubriéndolas, los ingresos se ubican por debajo de una imaginaria línea de pobreza[vi]. Como resultante se habla de pobreza estructural, pauperizados, pobres por ingreso; estas distinciones marcan algunas características de quienes se encuentran en esta condición y en todo caso muestran que los primeros, independientemente del ingreso en el momento de la medición, han tenido históricamente dificultades para alcanzar niveles mínimos de acumulación familiar.

En los diferentes conceptos de pobreza aparece la idea de dificultad y de ausencia. Pero los miembros que integran este universo de «pobrezas» reconocen diferentes orígenes, son efectivamente el resultado de una variedad de situaciones previas; no se participa de la misma historia y por tanto serán diversas las modalidades de enfrentarse a la condición que los une, que resulta no ser otra que la imposibilidad de lograr condiciones de vida aptas para el ejercicio pleno de los derechos que le competen como ser humano. La situación de carencia y deterioro no sólo compromete el presente con el debilitamiento de la trama social, sino que involucran a las generaciones futuras en la perspectiva de la transferencia intergeneracional de la pobreza. Es casi un “círculo perverso” donde se reproduce las condiciones de marginalidad. Cuando se apela al concepto de carencia para describir una situación de pobreza también se está haciendo referencia al deterioro de los vínculos relacionales, que se traduce en un alejamiento de la vida pública donde la presencia política o su influencia social se mantienen en el plano de lo formal antes que en el real.

En esta línea que entiende pobreza como carencia, es a la que se vinculan las nociones de vulnerabilidad y de exclusión y la posibilidad de pensar si pueden ser herramientas analíticas que permitan una aproximación más dinámica, tanto a la diversidad de situaciones a las que se enfrentan los que de una u otra manera son partícipes de algún tipo de privación, como para indagar en el proceso por el cual amplios sectores de la sociedad perdieron la participación en una o varias formas de relación social.

El uso de estas categorías plantea en primer lugar un interrogante: ¿cuál es la relación que tienen los desarrollos vinculados a las mismas, en cierto modo «importadas» de la discusión europea, con la línea de trabajo y reflexión que se dio en América Latina, desde los años sesenta, sobre marginalidad primero e informalidad después?[vii] En otros términos si se trata de un nombre distinto para tratar la misma problemática o si agrega algo a los diversos enfoques de la marginalidad latinoamericana. Una respuesta inicial y provisoria considera que el proceso de exclusión/inclusión y vulnerabilidad implica incorporar la dimensión de la pertenencia, y da un marco que otorga un «lugar central a la problemática de los derechos civiles, políticos y sociales lo que permite plantear una nueva concepción de las políticas públicas para moverse a la consideración de las necesidades como derechos»[viii].

En los países europeos el uso de la categoría de exclusión se difunde ampliamente en los ’90, y el «éxito» se debe en gran parte a la toma de conciencia colectiva de la amenaza que pesa sobre franjas cada vez más numerosas y mal protegidas de la población, así como a que lo consensuan diversos sectores del espectro político[ix]. Surge para designar una de las características salientes de los nuevos pobres, a partir de los análisis y trabajos que han investigado el aumento de los fenómenos socioeconómicos que hacen a una sociedad cada vez más dual. Así el debate sitúa los términos del problema no en el crecimiento económico, ni en la producción de riquezas, sino en la manera de repartirla y de tener acceso a ella. “El dualismo social se plantea a partir de la creciente división social entre los que participan de los beneficios de la modernidad, gozando de ingresos suficientes y estables, y aquellos que excluidos de los beneficios de la modernidad, viven con ingresos insuficientes y trabajan en situación precaria”, pero además con fronteras entre incluidos y excluidos difíciles de delimitar[x].

Atkinson (1998) marca tres componentes que aparecen regularmente en los debates para definir la exclusión: sobre su carácter relativo, acerca de los mecanismos y el elemento dinámico que la caracteriza. En primer lugar implica tiempo y espacio, una sociedad en un territorio y un período determinado. Toda definición de exclusión debe considerar el funcionamiento de toda la sociedad no sólo la trayectoria individual, ya que las causas por las que algunos grupos tienen esta condición generalmente se encuentran en otro sector de la sociedad. En segundo término implica una acción donde están involucrados otros actores. El tercer componente, el carácter dinámico de la exclusión, concierne a las perspectivas futuras, a la transmisión por generaciones de las condiciones de riesgo[xi].

Exclusión entonces debe ser entendida como un concepto relativo y en un doble sentido: “constituye la contrapartida de la inclusión, es decir se está excluido de algo cuya posesión implica un sentido de inclusión. Este algo puede significar una enorme diversidad de situaciones o posesiones materiales y no materiales, como trabajo, familia, educación, vivienda, pertenencia comunitaria, etc. No es un concepto dicotómico que divide a los individuos o grupos en dos; existe una serie de situaciones intermedias entre ambos estados”. Es también relativo porque varía espacial e históricamente en los contextos situados; por otra parte tiene mayor potencialidad analítica para referirlo a aquellas situaciones que implican “fuerte acumulación de desventajas”[xii].

  1. Castel (1991, 1995, 1996) considera las situaciones de carencia en función de relacionar dos ejes: Un eje de integración-no integración con relación al trabajo, es decir la relación con los medios por los cuales un individuo logra o no reproducir su existencia en el plano económico; otro vinculado a la inserción o no en una sociabilidad socio familiar, es decir la inscripción o la ruptura con respecto al sistema relacional en el seno del cual reproduce su existencia en el plano afectivo y social. Esta intersección generaría tres zonas: de integrados-estables, de vulnerabilidad y de exclusión donde se encuentran los más desfavorecidos. Sitúa el centro de la «metamorfosis» en la precarización de las condiciones de trabajo que rompe con la solidaridad y las protecciones construidas en torno a las relaciones laborales y plantea la aparición de “una nueva matriz de desigualdades: la desigualdad ante la precariedad”. La contracara en sentido positivo implica la posibilidad de “inclusión”, tomando en cuenta las dimensiones social y económica que surgen de la intersección de los ejes antes mencionados y por los que se generan las diferentes situaciones: integración o no al trabajo e inserción –o no- en una sociabilidad relacional con mayor o menor densidad. Desafiliación y vulnerabilidad son fenómenos que deben ser comprendidos desde un horizonte más amplio en el que señala la precariedad del lazo social en las sociedades contemporáneas y la pérdida de poder integrador del Estado a partir de la crisis de la sociedad salarial[xiii].

En este sentido el concepto de vulnerabilidad refiere a aquella diversidad de “situaciones intermedias” y al proceso por el cual se está en riesgo de engrosar el espacio de exclusión. Vulnerabilidad no es exactamente lo mismo que pobreza, si bien la incluye. Esta última hace referencia a una situación de carencia efectiva y actual, mientras que la vulnerabilidad trasciende esta condición proyectando a futuro la posibilidad de padecerla a partir de ciertas debilidades que se constatan en el presente. Desde este punto de vista es un concepto más dinámico y más abarcativo. En su sentido amplio la categoría de vulnerabilidad refleja dos condiciones: la de los “vulnerados” que se asimila a la condición de pobreza, es decir que ya padecen una carencia efectiva que implica la imposibilidad actual de sostenimiento y desarrollo y una debilidad a futuro a partir de esta incapacidad; y la de los “vulnerables” para quienes el deterioro de sus condiciones de vida no está ya materializado sino que aparece como una situación de alta probabilidad en un futuro cercano a partir de las condiciones de fragilidad que los afecte.

Consideraciones metodológicas

La noción de vulnerabilidad social ayudaría a identificar a grupos sociales, hogares e individuos, que por su menor disponibilidad de activos materiales y no materiales, quedan expuestos a sufrir alteraciones bruscas y significativas en sus niveles de vida ante cambios en la situación laboral de sus miembros activos. Aquí se plantea la utilización del concepto asociado al de condiciones de vida para tener una mirada multidimensional y compleja sobre un fenómeno que excede conceptualmente a la idea de pobreza.

La introducción de la categoría conceptual «condiciones de vida» se vincula a la necesidad de abarcar los diversos planos y dimensiones tanto de la vida privada como comunitaria. Esto se refiere a los múltiples elementos que pueden ser indicadores de diferencias y posicionamientos en la estructura social. En síntesis, «condiciones de vida» aluden al equipamiento y/o provisión de bienes del hogar con relación a la cantidad de miembros, a las características de la inserción ocupacional de los miembros, a los niveles de educación alcanzados por los mismos, al acceso a los beneficios sociales y a la posibilidad de expresión y participación en la vida pública[xiv].

Entonces, el uso de la noción de «vulnerabilidad social» se vincula con la línea conceptual que plantea pobreza como carencias y se plantea como herramienta analítica que permita estudiar lo que ocurre en ese gran espacio de marginación y de pobreza, cuyos límites son difusos y móviles, identificando situaciones diversas y con distinta condición de riesgo. Así, el concepto permitiría una mayor aproximación a la diversidad de situaciones a las que se enfrentan los que de una u otra manera, son partícipes de algún tipo de privación, incluidas las más críticas, para las que se reserva el término exclusión.

De esta forma la riqueza analítica del concepto no sólo no restringe su aplicación a las carencias actuales sino que también permitiría aplicarse para describir situaciones de riesgo, de debilidad, de fragilidad y de precariedad futura a partir de las condiciones registradas en la actualidad. Es por ello que las categorías de vulnerabilidad y exclusión se presentan como sugerentes para distinguir las diferencias y develar las heterogeneidades, tanto para la comprensión del fenómeno como para diseñar e implementar distintas acciones posibles en materia de políticas diversas.

Como se trata de un concepto que puede ser ambiguo, polisémico, que ha invadido el discurso mediático, con el que se alude a fenómenos diversos y situaciones disímiles, aquí se parte, en términos operativos, de una definición de vulnerabilidad social entendida como una condición social de riesgo, de dificultad, que inhabilita e invalida, de manera inmediata o en el futuro, a los grupos afectados, en la satisfacción de su bienestar -en tanto subsistencia y calidad de vida- en contextos sociohistóricos y culturalmente determinados.

La idea de “condición social de riesgo” implica una diversidad de situaciones que podrían estar incluidas bajo esa característica; esto refiere también a la multidimensionalidad y complejidad de la categoría, por lo que se pretende incluir dimensiones referidas, tanto a la posición, a la situación más objetivable, como las vinculadas a la percepción de la situación de riesgo y privación; pretende asimismo reconocerle su significado dinámico, ya que la idea de riesgo implica la probabilidad de ocurrencia, esto es, la posibilidad de concreción y cristalización, en este caso de vulnerable a vulnerado. En este sentido el tiempo, considerado como transcurso, atraviesa las distintas dimensiones de la vulnerabilidad con efectos diferenciales según de que plazo se trate. La idea de “satisfacción del bienestar, en tanto subsistencia y calidad de vida”, es de hecho de mayor amplitud que la de “necesidades básicas”; se orienta a incluir elementos que den cuenta de otros requerimientos como por ejemplo posibilidades de descanso y tiempo libre durante la etapa laboral y hacia el final de la vida activa.

Un concepto de vulnerabilidad en el sentido que se viene planteando, alude a situaciones de debilidad, de precariedad en la inserción laboral, de fragilidad en los vínculos relacionales; situaciones éstas en las que se encuentran, en mayor o menor medida, una diversidad de grupos sociales y no sólo los que se definen como pobres según las mediciones usuales. Este universo formaría parte del espacio donde se inscriben las distintas pobrezas e integraría algunas de las dimensiones de la misma, pero vulnerabilidad no se agota en pobreza, más bien la incluye.

Los hogares vulnerables -y los individuos- se enfrentan a riesgo de deterioro, pérdida o imposibilidad de acceso a condiciones habitacionales, sanitarias, educativas, laborales, previsionales, de participación, de acceso diferencial a la información y a las oportunidades.

La identificación de los grupos sociales, hogares e individuos que se enfrentan a los riesgos mencionados y expuestos a ver modificados sus condiciones de vida ante cambios en las condiciones laborales de sus miembros activos, en cierto modo implica la ponderación de los indicadores relacionados con la inserción laboral, pero no excluye la importancia de las otras dimensiones.

Es en esta línea que se privilegia la aplicación del concepto a unidades de análisis colectivas, grupos familiares / domésticos ya que es allí donde adquiere mayor significado y aplicabilidad. El uso de estas unidades al menos desde la perspectiva sociológica, fue privilegiado como ámbito de interacción que conforman mediaciones entre individuos, contextos sociales y estructuras; implica también una apreciación crítica de los trabajos que se basan en individuos agregados como seres aislados. La aplicación de esta perspectiva ha sido bastante fecunda tanto en cuanto a desarrollos conceptuales como a los resultados en hallazgos de investigación, con conceptos tales como “instancias mediadoras”, “contextos familiares” entre otros, y para dar cuenta de la relación entre capacidades, recursos y requerimientos, del uso de la fuerza de trabajo, de diversidad de acciones llamadas “estrategias” en sentido laxo.

Las unidades de análisis conformadas por agregados, remiten en su construcción a la objetivación de diversas relaciones que operan en los espacios de interacción e involucran a los componentes de los grupos familiares; desde los lazos de consanguinidad y co-residencia hasta los sistemas de poder, autoridad y adjudicación de responsabilidades, así como los sistemas de normas y valores que rigen. No debe asumirse como espacio armónico, de consolidación de afectos, sino también de tensiones.

Como se ha señalado antes, la propuesta de trabajar la vulnerabilidad social de modo que permita analizar las diferencias, las heterogeneidades, el mayor o menor nivel o grado de fragilidad y de riesgo de las unidades familiares, incluye considerarla en diferentes ámbitos o dimensiones: algunos que hacen al contexto, otros al micro espacio de relaciones conformado por las características de los miembros. A partir de la información que se registra para los individuos o para el hogar, según sea la dimensión que se considere y de modo de poder establecer las relaciones pertinentes, se construyen las unidades de análisis[xv].

Las dimensiones que se proponen corresponden a su vez a diferentes niveles: contextual, familiar-doméstico e individual. Estos niveles se vinculan en cierto modo, a pensar desde una metáfora espacial limitaciones que operan “desde arriba” –el régimen político y social de acumulación- y “desde abajo” –los atributos individuales-. Las distintas instancias analíticas plantean diferentes necesidades de información y requieren de instrumentos técnicos y analíticos diversos que al mismo tiempo permitan establecer las vinculaciones. La información a utilizar responderá a cada requerimiento específico según las dimensiones o los planos que se han planteado. Se asume la postura de la complementariedad de los métodos de recolección y análisis vinculada al ámbito específico de la problemática que se aborda.

En el plano contextual se deberán considerar diversos indicadores socioeconómicos, referidos a algunas características demográficas y al funcionamiento del mercado laboral y de la producción en el espacio social analizado; implican en cierto modo, los «condicionamientos» el marco de referencia para analizar las diferentes situaciones.

Para analizar las situaciones de vulnerabilidad, se proponen las siguientes dimensiones:

  • 1) Con relación al hábitat y a las condiciones habitacionales, los indicadores que se seleccionaron permiten evaluar el acceso pasado y actual a un aspecto de las condiciones materiales de existencia logradas en el tiempo. En cierto modo miden situaciones menos coyunturales, si bien no se pueden evaluar con los indicadores usados, qué acciones se llevaron a cabo para llegar a este nivel, como por ejemplo el “sacrificio de bienes pasados”.
  • 2) Vinculada a los tipos y formas de la organización familiar así como a la posición social de los hogares, ya que las características sociodemográficas de los hogares y su ubicación social importan para analizar requerimientos y necesidades y la posibilidad de satisfacción, según diferentes etapas del ciclo vital, responsabilidades según género y generaciones.
  • 3) Ligadas a las características educacionales, ya que no sólo advierte sobre las capacidades operativas de la población y la posibilidad de dar respuestas a los requerimientos del mercado laboral, sino también de los posibles niveles en la adquisición de, y en la exposición a, redes de socialización. Incidiría también en la conformación de determinado capital social y cultural. En este punto es particularmente importante considerar los niveles de escolaridad de modo diferencial según los grupos de edad y de los lugares que ocupen en la estructura familiar.
  • 4) Con relación al ámbito laboral, ya que el trabajo como recurso generador de recursos no sólo posibilita el sustento material de la existencia sino también que determinadas formas y condiciones de trabajo provean –o no- seguridad, reconocimiento e inserción en alguna clase de mecanismo de integración y cohesión social. En esta dimensión sería pertinente considerar también las trayectorias como uno de los recursos explicativos de mayor o menor logro en los niveles de acumulación de activos materiales y no materiales, estos últimos vinculados a las formas de capital social que se pueden generar a través de la inserción en diferentes ámbitos.
  • 5) Con aspectos relativos a lo previsional ya que muchas de las garantías asociadas a la condición salarial están en retroceso.
  • 6) En el ámbito relacional que contemple las posibles inserciones de redes de relaciones en sistemas de sociabilidad, de contención que hacen a la integración en diferentes lazos sociales.

Las diferentes situaciones de privación y de fragilidad se definirán por la interrelación de distintas dimensiones considerando el peso diferencial que se le otorgue a cada una. Con condicionamientos del “contexto” se deben interrelacionar las características propias de los grupos a analizar, familiares o co-residenciales, sus atributos, sus capacidades, las normas y valores, los sistemas simbólicos, las diferencias de género, entre otras. Se intenta lograr una medida compleja que diferencie situaciones de mayor o menor fragilidad, incluyendo también distintos plazos. A modo de ejemplo: los indicadores de la dimensión laboral estarían referenciando una situación vulnerable en el plazo inmediato cuando el tipo de inserción ocupacional es precario; en la misma dimensión los indicadores relacionados a lo previsional podrían considerarse como un elemento de potenciales situaciones de vulnerabilidad en el futuro. De igual modo, un índice que conjugue nivel de instrucción con rango etáreo y posición en el hogar indicaría diferentes condiciones de riesgo, actual o futura.

Con esta propuesta metodológica se propone identificar hogares en situación de mayor o menor riesgo o debilidad, por «desbalance» entre recursos, en sentido amplio y necesidades. Por otra parte, los atributos individuales inciden también en la determinación del tipo o forma de fragilidad.

A modo de ejemplo, si se trata de jóvenes que buscan su primer empleo, considerando las características de los hogares de pertenencia, probablemente se esté en presencia de una situación que en el futuro será de mayor debilidad, ya que o bien han interrumpido la escuela secundaria o están dispuestos a abandonarla ante la posibilidad de obtener algún ingreso para aportar al grupo familiar.

Un tipo distinto de condiciones de vulnerabilidad es la que representan los hogares cuyos jefes pertenecen al estrato de 25 a 29 años que independientemente de su inserción ocupacional actual, no concluyeron el ciclo secundario. Esta característica constituiría un indicador de riesgo futuro, particularmente por los requerimientos cada vez más complejos del mercado laboral.

Las distintas formas específicas del tipo de vulnerabilidad de los hogares deberían ser tomadas en cuenta al decidir maneras de intervención. Cuando la misma está asociada fundamentalmente a la escasez de los ingresos y a la situación de desempleo de uno o varios miembros, las políticas sociales implementadas deberían tender a cubrir esta situación a partir del diseño de políticas de empleo focalizadas tanto para jefes de hogar como para mujeres o jóvenes; y contemplar las necesidades de las madres a través del funcionamiento de guarderías en distintos centros barriales, con personal capacitado que atiendan a los niños cuando aquéllas deban participar del mercado laboral. Dicho personal podría ser seleccionado en los mismos ámbitos de pertenencia brindándole formación a las jóvenes para que puedan cumplir con las tareas. Cuando la situación es de riesgo futuro y se vincula básicamente con el déficit educativo las políticas tendrían que tender hacia una capacitación polivalente que les permita insertarse en un mercado cada vez más exigente respecto de los conocimientos y las habilidades.

ANEXO METODOLOGICO

1.- Nivel familiar-doméstico

Dimensiones            Indicadores en Encuesta Permanente de hogares

 

 

Habitacional

Saneamiento

Hacinamiento

Tipo de materiales y forma de tenencia

Equipamiento

Acceso a servicios

Disponibilidad de agua corriente (Agua)

Disponibilidad de baño (Baño)

Tipo de materiales predominantes en la vivienda (Materiales)

Régimen de tenencia de la vivienda (Tenencia)

Relación número de cuartos / número de personas

 

Características sociodemográ-ficas del hogar Tamaño y composición de los hogares

 

 

 

Características vinculadas al mercado laboral

 

Tamaño (total de personas que habitan en el hogar-Pobtot)Tipo de hogar (en términos de relaciones de parentesco- Relación)Etapa del ciclo vital (Edad jefe/ edad cónyuge)

Nivel de Instrucción, edad, sexo y condición de Actividad (jefe y tal vez cónyuge)

Tipo de inserción ocupacional –al menos del jefe- y/o desocupación

(Categoría, rama, tamaño, tarea-carácter y calificación)

(tiempo, forma.)

Relación activos/inactivos en el hogar(tasa de dependencia económica)

Relación ocupados / desocupados

Percepción de beneficios sociales (benef)

2.- Nivel Individuos

Educacional

Nivel de capacitación o instrucción alcanzado

 

Relación edad y nivel de

Instrucción alcanzado

(Alfabeto, asiste, nivel)

Laboral Tipo de inserción ocupacional

 

Características de la desocupación

Estructura de ingresos del hogar

 

Categoría, Rama, Tamaño establecimiento, carácter y calificación de la tarea desempeñada.

Tiempo, forma y tipo de desempeño

 

Fuentes de ingreso, montos

Estudios de casos: selección de barrios / zonas específicas

Construcción de instrumentos específicos que consideren la siguiente necesidad de información

1.- Nivel familiar-doméstico

Dimensiones                                        Indicadores

 

 

Habitacional

Saneamiento y Acceso a servicios

 

Tipo de materiales y forma de tenencia

 

 

Hacinamiento

 

Disponibilidad de agua corriente

Disponibilidad de baño

Disponibilidad de electricidad

Tipo de materiales predominantes en la vivienda

Régimen de tenencia de la vivienda

Tipo de vivienda

Relación número de cuartos / número de personas

 

Características sociodemográficas del hogar Tamaño y composición de los hogares

 

 

 

 

Características vinculadas al mercado laboral

 

Tamaño (total de personas que habitan en el hogar-

Tipo de hogar (en términos de relaciones de parentesco)

Etapa del ciclo vital (Edad jefe/ edad cónyuge)

 

Nivel de Instrucción, edad, sexo y condición de Actividad (jefe y cónyuge)

Tipo de inserción ocupacional –jefe y cónyuge- y/o desocupación

(Categoría, rama,  tarea y calificación)

Relación activos / inactivos en el hogar(tasa de dependencia económica)

Relación ocupados / desocupados

Percepción de beneficios sociales (Obra social, jubilación, para jefe y/o cónyuge)

2.- Nivel Individuos

Educacional

Nivel de capacitación o instrucción alcanzado

 

Relación edad y nivel de

instrucción alcanzado

 

Laboral Tipo de inserción ocupacional

 

Características de la desocupación

Estructura de ingresos del hogar

Experiencias ocupacionales

Categoría, Rama, Tamaño establecimiento, carácter y calificación de la tarea desempeñada.

Tiempo, forma y tipo de desempleo

 

Fuentes de ingreso, montos

 

Trayectorias laborales considerando rama, categoría ocupacional, calificación, carácter de la ocupación, razones por las que cambió de ocupación

Previsional Posibilidad de aportar / percibir jubilaciones

Servicios asistenciales

Realiza aportes jubilatorios/Percibe jubilación

 

 

Pertenencia a obra Social

Relacional Existencia de organizaciones y asociaciones

Participación en experiencias asociativas

Redes de solidaridad

Tipo de vínculos con referentes sociales y políticos

 

Tipo de organizaciones, objetivos, formas de pertenencia.

Grado de participación, sectores a los que se dirigen, iniciativas de formación

Participación en organizaciones barriales

Pertenencia a organizaciones sociales y políticas

 

Formas de vinculación con vecinos y dirigentes barriales

Comportamiento político-electoral

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  • * Una primera versión de este trabajo se presentó al Primer Congreso Internacional “Políticas Sociales para un nuevo siglo”, Concepción, Chile, Noviembre de 2000.
  • * Investigadora-Docente. CIUNR-Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. UNR.
  • Nperona@citynet.net.ar
  • ** Investigadora-Docente. CIUNR-Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. UNR.

Notas

[i]Minujin, A., «Vulnerabilidad y Exclusión Social en América Latina», en Bustelo, E. y Minujin, A. (Editores), Todos entran. Propuesta para sociedades incluyentes, Unicef-Santillana, Bogotá, 1998. págs. 163-165.

[ii] Persistencia de elevadas tasas de desempleo, el incremento de la intensidad de la desocupación y la existencia de un gran sector de ocupados en condiciones precarias o en tareas que generan poco ingreso, fragilidad de los contratos laborales, la inexistencia de beneficios sociales tradicionalmente relacionados con la categoría de asalariado.

[iii] En este sentido el Informe de CEPAL(1999) sobre situación social y económica de la región si bien marca que en la década del noventa “en la región en su conjunto el porcentaje de hogares en situación de pobreza disminuyó de 41% a 36%,» con relación al nivel previo a la crisis de los años ochenta «. la población pobre se mantiene en torno a 200 millones de personas”, señala las diferencias regionales con empeoramiento en algunos países (Argentina, México) en el período 1994-1997 sin registrar mejoría en otros (Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Honduras). Indica además que la desaceleración del crecimiento económico podría llevar al empeoramiento de la pobreza en varios países.

[iv] A. Monza, “La crisis del empleo en la Argentina de los 90. Las debilidades de la interpretación estándar”, en A. Isuani y D. Filmus, La Argentina que viene. Análisis y propuestas para una sociedad en transición. Norma-FLACSO-UNICEF, Buenos Aires, 1998; La situación del empleo en la Argentina, Proyecto Gobierno Argentina/Pnud/Oit-Arg/92/009, Informe 3, Buenos Aires, 1992.

[v] En los conceptos de pobreza interviene la idea de carencia como también la de desigualdad. Ver Lizcano, E. (1995).

[vi] Se hace referencia a las formas usuales de medición de la pobreza; por el método de la Necesidades Básicas Insatisfechas se definen la población categorizada como «pobres estructurales», sectores que históricamente sufrieron situaciones de carencia. La pobreza medida según los niveles de ingreso posibilita identificar la magnitud y la evolución de los «nuevos pobres» y de la indigencia. Una revisión crítica de la bibliografía sobre métodos multidimensionales de medición de la pobreza en: Julio Boltvinik, «Métodos y medición de la pobreza. Conceptos y tipología» y «Métodos de medición de la pobreza. Una evaluación crítica (2da.parte)», en Socialis. Revista Latinoamericana de Políticas Sociales. Nºs. 1 y 2, octubre 1999 y mayo 2000. FLACSO-Facultad de Ciencias Sociales (UBA)-Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR)-Homo Sapiens Ediciones.

[vii] Una revisión del uso del concepto de marginalidad y la posible vinculación con las nociones de vulnerabilidad y exclusión en: N. Perona «Desde la marginalidad a la exclusión social. Una revisión de los conceptos», en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, mayo-agosto, 2001, vol.7 nº 2, pp.35-48.

[viii] A. Minujin, Op. Cit., Pág. 171.

[ix] Serge Paugam «La consitution d’un paradigme» en Paugam S.(sous la direction de), L’exclusion. L’état des savoirs, Éditions La découverte, París, 1996.

[x] B. Wehle, “El debate europeo acerca de las nuevas dimensiones de la pobreza y la exclusión social”, ponencia presentada al I Congreso Nacional “Pobres y pobreza en la sociedad argentina”, Quilmes, noviembre 1997.

[xi] Tony Atkinson, «La pauvreté et l’exclusion sociale en Europe», en Atkinson, T., Glaude, J. Freyssinet y C. Seibel, Pauvreté et exclusion, La documentation française, Paris, 1998.

[xii] A. Minujin, Op. Cit., pp.169-173.

[xiii] Robert Castel, “Los desafiliados. Precariedad del trabajo y vulnerabilidad relacional”, en Revista Topía, año I Nº 3, noviembre 1991.pp.28-35 y “De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso”, en Archipiélago, Nª 21, Madrid, 1995. La métamorphoses de la question sociale, Fayard, París, 1995. “Metamorfosis de lo social y refundación de la solidaridad: el debate teórico”, Conferencia pronunciada en el Coloquio internacional Mutaciones. Metamorfosis de lo social. Refundación de la solidaridad”, Buenos Aires, julio 1996. «Les marginaux dans l’histoire», en Paugam S. (Sous la direction de), Op. Cit. pp.32-41.

[xiv] La noción de «condiciones de vida» aquí planteada reconoce antecedentes en los desarrollos que R. Williams (1958) hiciera de «modos de vida» para incluir componentes objetivos (vivienda, rutinas cotidianas, etc) y subjetivos e identitarios. También con el planteo de Thompson (1993) de contextos sociales, que implican escenarios espacio-temporales, parte constitutiva de la acción e interacción que se dan en ellos.

[xv] En un trabajo previo, analizando las características socio-ocupacionales de un barrio de la ciudad de Rosario, se utilizaron algunos de los indicadores que se incluyen en esta propuesta, para establecer hogares vulnerables. N. Perona y S. Robin, «Desocupación y vulnerabilidad. Un estudio de caso en el Barrio Parque Sur.Rosario.», en Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación, Año 1999/00, Volumen V, Escuela de Comunicación Social. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. U.N.R.

Vulnerabilidad y Exclusión social. Una propuesta metodológica para el estudio de las condiciones de vida de los hogares

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